Otra historia sumamente triste empaña nuevamente al Medio Oriente: se trata de una catedral bizantina, ubicada en la parte antigua de Estambul la cual, hasta tiempos recientes operaba como museo y está incluida en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO y que días pasados ha sido convertida en Mezquita, reivindicando una conducta provocadora y de menosprecio hacia el mundo cristiano.

Hay un constante desafío por parte del mundo radical musulmán -una minoría que lamentablemente agrupa a muchos-, en contra de los que ellos denominan "infieles": entiéndase, judíos y cristianos. Las provocaciones de esta gentuza son abiertas y, lamentablemente, lo que estos eventos producen en el mundo civilizado es solo indignación.

Es inaceptable que en el Medio Oriente ya prácticamente no existan cristianos y que sea Israel el único país donde ellos puedan vivir en paz y practicar, sin limitación alguna, su Fe. Muchos de los cristianos han sido asesinados y, otros, movilizados a causa de la Primavera Árabe.

Me pregunto: ¿qué ocurriría si a alguna de las tantas Mezquitas que hay en el mundo, se le intentara convertir en Iglesia, o Sinagoga? Seguramente ardería "Troya".

Sería bueno saber si el Cristianismo estará destinado a desparecer del lugar que lo vio nacer, o, si los jerarcas de la Iglesia seguirán en modo silencio ante los asesinatos y las violaciones de mujeres y niñas por parte de las fracciones extremistas del Islam y frente a los tantos crímenes en contra de su Iglesia. ¿Dónde está Su Santidad?

Creo que ya es momento de poner las reglas de convivencia claras a la humanidad y pedir a los pueblos abandonar la complicidad. No puede permitirse que emigrantes del Medio Oriente lleguen a otros países exigiendo libertad de culto y derechos civiles, cuando en sus lugares de origen ellos no han hecho nada para permitir esos mismos derechos.

Hay que exigirles a los países árabes reciprocidad y que permitan iglesias, sinagogas y templos de todas las religiones, hay que bajar la tolerancia al mínimo frente a los atropellos.

Es perentorio protestar frente al Presidente de Turquía exigiéndole respeto a la Fe Cristiana y que no pisotee un lugar que también fue sagrado para quienes habitaron ese espacio.

Hoy es Santa Sofia, mañana será Notre Dame, o la Catedral de San Patricio en Nueva York, y cuando le toque a la Basílica de San Pedro, por no haber reaccionado a tiempo, ya será tarde.