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Condenado sin juicio

Hay una justicia que no aparece en los textos ni se estudia en las aulas de Derecho: la que sin pruebas concretas y aún antes del pronunciamiento de los jueces se arroga la facultad de condenar...

  • RAFAEL DEL NARANCO

09/08/2020 05:00 am

Cuando tenía dudas acerca del tema de esta crónica escrita en la ciudad mediterránea en la que trascurre nuestra existencia, y no sabiendo si referirme a la ola de calor que estamos sufriendo en esta época estival, o bien a la pandemia que sigue sin control en todo el territorio ibérico, se nos cruza en el camino una noticia que es imposible soslayar en el presente momento: la salida del país del Rey Emérito Juan Carlos I, padre del actual soberano Felipe VI, forzado a ello por todas las noticias que se están produciendo acerca del presunto cobro de comisiones en el contrato del AVE a La Meca, o bien de regalos al mandatario por parte de las monarquías de los países árabes. Noticias que salen a la luz a través de conversaciones de una ex amiga íntima –Corina Larsen- con un oscuro personaje hoy en prisión, el llamado Comisario Villarejo.

En estos momentos no hay en España ninguna causa abierta en contra del ex monarca, sino sólo una investigación acerca de un posible delito fiscal al no haber declarado dichos ingresos en España y pagado los correspondientes impuestos. Aún así, Juan Carlos ya sido juzgado y condenado por la opinión pública, con la inestimable ayuda de miembros de la coalición PSOE-UP.

Es indudable que, como en una ocasión expresara el propio monarca, la justicia es igual para todos. Pero hay una justicia que no aparece en los textos ni se estudia en las aulas de Derecho: la que sin pruebas concretas y aún antes del pronunciamiento de los jueces se arroga la facultad de condenar.

Pareciera que nadie se acuerda ya en estos días de que Juan Carlos pudo ser un Franco con corona, y sin embargo abandonó cualquier tentación totalitaria para dar paso a una democracia que ha traído el más largo período de prosperidad y paz que pueda recordar este país, y que permitió llegar a Constitución de 1978, con la conocida Transición alabada en todo el mundo.

Durante su reinado se han sucedido los gobiernos del Partido Socialista y del Partido Popular, con sus luces y sus sombras, pero que indudablemente han llevado al país a una senda de innegable modernidad. Y no hay que olvidar tampoco que fue Juan Carlos I quien puso fin al intento de golpe de Estado el 23 de febrero de 1981.

Sin embargo, diversos acontecimientos tras la crisis económica mundial a partir de 2008, nos han llevado al actual gobierno de coalición que, merced a uno de sus socios –Unidas Podemos- con Pablo Iglesias al frente desde la Vicepresidencia Segunda, pretende terminar con el sistema que salió de las urnas de 1978, y muy particularmente eliminar la actual monarquía parlamentaria para instaurar un régimen republicano. 

Es éste un gobierno que pretende hacer caer en el olvido todo lo que España debe a Juan Carlos I, poniendo el acento sólo en asuntos turbios, dando por hecho que existe una vergonzosa corrupción que salpica a la monarquía en sí. Pero este mismo gobierno no tiene empacho en pactar con siniestros personajes de partidos separatistas y con herederos de una banda extremista que lo único que hicieron por el país fue llenarlo de dolor durante muchos años, y con terribles delitos de sangre a sus espaldas, que jamás han pedido perdón y que hoy incluso se sientan en el Congreso de los Diputados o en los Parlamentos autonómicos. 

Pablo Iglesias –conocido admirador del chavismo -, muy activo siempre en redes sociales y en los medios de comunicación, habla de una salida “indigna” de España, pese a que los abogados del rey emérito han puesto de manifiesto su voluntad de ponerse a la orden de los tribunales, si así lo requirieran. 

Y algo sabido: el poder que tienen hoy en día los medios y las redes en la opinión pública. No se hace balance alguno. No se sopesan aciertos y errores. No se quiere ver si pesa más lo bueno o lo –por ahora- dudoso. Por cierto, también el Vicepresidente Iglesias tiene a sus espaldas algunos asuntos en los tribunales, además de sospechas nunca bien aclaradas acerca de millonarios fondos presuntamente recibidos de los gobiernos de Venezuela e Irán. Todo ello ha quedado oportunamente solapado gracias al aluvión de noticias, comentarios, tertulias, debates, etc., en torno a Juan Carlos I. Muy conveniente.

Y en medio de todo este debate nacional, y con una extensión acelerada de la pandemia en el país y una crisis económica aún difícil de calibrar, el Gobierno se va de vacaciones.

rnaranco@hotmail.com
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