Lo que está pasando en Venezuela con el Covid-19 tiene explicaciones, el problema es que no todos las entendemos. Como refiere el dicho anónimo, todos somos inteligentes pero hay muchos asintomáticos. Y es que obedecer no es fácil.
El libro de El Principito nos da un gran ejemplo de lo que quiero significar. En su capítulo X, cuenta que se encontraba en la región de los asteroides 325 al 330, para visitarlos e instruirse. El primero de ellos estaba habitado por un rey, y luego de un breve diálogo, por fin, alguien a quien mandar.
Comienza el rey, en su conversación, dándole órdenes y contraordenes, simplemente por las respuestas de El Principito luego de un bostezo.
Se trataba de un monarca absoluto, pero como era muy bueno, siempre daba órdenes razonables, conclusión a la que llegó después de oír con atención un ejemplo que le dio su majestad. Si yo le ordenara a un general la orden de volar de flor en flor como una mariposa, comenzó a narrar, o de transformarse en ave marina, y el general no ejecutase la orden recibida, ¿de quién sería la culpa, mía o de él? De usted, le contestó. Exactamente, dijo el soberano. Solo hay que pedir a cada uno, lo que cada uno pueda dar. Si le pides a tu pueblo que se tire al mar, el pueblo se revelará. Yo tengo derecho a exigir obediencia porque mis órdenes son razonables.
El Principito, aburrido, le señaló: Si vuestra majestad deseara ser obedecido, podría ordenarme partir en menos de un minuto, y aun sin decir nada el gobernante, El Principito continúo su viaje, pensando que los mayores somos complicados, y no le faltaba razón.
Los corolarios son varios, pero el más interesante es que para ser obedecido hay que impartir órdenes que puedan ser cumplidas, y si no lo hacemos así, fracasaremos.
Otro tema importante para lo que estamos viviendo es la credibilidad, y en este caso, no se trata de creerle o no a quienes nos gobiernan, sino en la propia enfermedad y sus consecuencias. También es muy difícil experimentar en cabeza ajena, lo que significa que frecuentemente solo aceptamos lo que nos interesa o conviene, lo que nos es inconveniente no, salvo que nos suceda y formemos nuestra propia experiencia.
Algo semejante le está pasando a los gobernantes de este nuestro bello país. Pienso que el Presidente Maduro y su equipo han hecho todo lo que está a su alcance, pero, siempre el pero, no están siendo obedecidos por la ciudadanía, porque la orden de quedarse en casa, aunque es absolutamente lógica, para la gran mayoría no es cumplible.
No sé cómo será en otros países, donde la situación económica pareciera no ser tan apremiante como la venezolana, pero igual, la gente no está cumpliendo cuarentenas porque el hambre aprieta, aquí y en cualquier parte.
Para colmo, las medidas policiales que se han tomado, a todos los niveles, nacional, estadal y municipal, lejos de ser una solución, acarrean más y más problemas e incomodidades a la ciudadanía, y no solo eso, sino que, algunos funcionarios, todos por cierto muy mal pagados, aprovechan para la matraca. Las colas que se forman contribuyen a que la vida cotidiana sea más ingrata y la gente sigue en la calle. Simplemente casi todos tienen necesidad de trabajar de producir, de lograr algún tipo de ingreso para comprar alimentos, medicinas y cubrir otras miles de necesidades.
Creo que no terminamos de entender la gravedad del Covid-19, de lo imperioso que es el evitarlo. No hemos comprendido, así me explicaba un médico, que la enfermedad no tiene tratamiento alguno conocido, ni aquí, ni en ninguna otra parte del mundo.
Lo que recomiendan es tener conciencia, y al gobierno girar advertencias, no dar órdenes incumplibles.
@gadeaperez
El libro de El Principito nos da un gran ejemplo de lo que quiero significar. En su capítulo X, cuenta que se encontraba en la región de los asteroides 325 al 330, para visitarlos e instruirse. El primero de ellos estaba habitado por un rey, y luego de un breve diálogo, por fin, alguien a quien mandar.
Comienza el rey, en su conversación, dándole órdenes y contraordenes, simplemente por las respuestas de El Principito luego de un bostezo.
Se trataba de un monarca absoluto, pero como era muy bueno, siempre daba órdenes razonables, conclusión a la que llegó después de oír con atención un ejemplo que le dio su majestad. Si yo le ordenara a un general la orden de volar de flor en flor como una mariposa, comenzó a narrar, o de transformarse en ave marina, y el general no ejecutase la orden recibida, ¿de quién sería la culpa, mía o de él? De usted, le contestó. Exactamente, dijo el soberano. Solo hay que pedir a cada uno, lo que cada uno pueda dar. Si le pides a tu pueblo que se tire al mar, el pueblo se revelará. Yo tengo derecho a exigir obediencia porque mis órdenes son razonables.
El Principito, aburrido, le señaló: Si vuestra majestad deseara ser obedecido, podría ordenarme partir en menos de un minuto, y aun sin decir nada el gobernante, El Principito continúo su viaje, pensando que los mayores somos complicados, y no le faltaba razón.
Los corolarios son varios, pero el más interesante es que para ser obedecido hay que impartir órdenes que puedan ser cumplidas, y si no lo hacemos así, fracasaremos.
Otro tema importante para lo que estamos viviendo es la credibilidad, y en este caso, no se trata de creerle o no a quienes nos gobiernan, sino en la propia enfermedad y sus consecuencias. También es muy difícil experimentar en cabeza ajena, lo que significa que frecuentemente solo aceptamos lo que nos interesa o conviene, lo que nos es inconveniente no, salvo que nos suceda y formemos nuestra propia experiencia.
Algo semejante le está pasando a los gobernantes de este nuestro bello país. Pienso que el Presidente Maduro y su equipo han hecho todo lo que está a su alcance, pero, siempre el pero, no están siendo obedecidos por la ciudadanía, porque la orden de quedarse en casa, aunque es absolutamente lógica, para la gran mayoría no es cumplible.
No sé cómo será en otros países, donde la situación económica pareciera no ser tan apremiante como la venezolana, pero igual, la gente no está cumpliendo cuarentenas porque el hambre aprieta, aquí y en cualquier parte.
Para colmo, las medidas policiales que se han tomado, a todos los niveles, nacional, estadal y municipal, lejos de ser una solución, acarrean más y más problemas e incomodidades a la ciudadanía, y no solo eso, sino que, algunos funcionarios, todos por cierto muy mal pagados, aprovechan para la matraca. Las colas que se forman contribuyen a que la vida cotidiana sea más ingrata y la gente sigue en la calle. Simplemente casi todos tienen necesidad de trabajar de producir, de lograr algún tipo de ingreso para comprar alimentos, medicinas y cubrir otras miles de necesidades.
Creo que no terminamos de entender la gravedad del Covid-19, de lo imperioso que es el evitarlo. No hemos comprendido, así me explicaba un médico, que la enfermedad no tiene tratamiento alguno conocido, ni aquí, ni en ninguna otra parte del mundo.
Lo que recomiendan es tener conciencia, y al gobierno girar advertencias, no dar órdenes incumplibles.
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