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Para variar: libros

En el transcurso de mi vida he hecho el “normal” ejercicio de pensar en cuál (o cuáles) libro me llevaría a una isla desierta. Me paseo con la vista por los estantes de mi biblioteca y me pregunto cuáles estaría dispuesto a llevar conmigo...

  • RICARDO GIL OTAIZA

08/10/2020 05:01 am

En el transcurso de mi vida he hecho el “normal” ejercicio de pensar en cuál (o cuáles) libro me llevaría a una isla desierta. Me paseo con la vista por los estantes de mi biblioteca y me pregunto cuáles estaría dispuesto a llevar conmigo, y créanme que me veo en aprietos para tomar una decisión, ya que la mayoría de mis libros guarda una relación muy estrecha con mi vida (momentos, sucesos, períodos, viajes, celebraciones, regalos, etcétera), y me quedo de una pieza. Estoy consciente que en mi maleta no es mucho lo que me puedo llevar y tengo necesariamente qué hacer una ruda selección. No podría dejar Viaje al centro de la fábula, La letra e, Literatura y vida y La vaca de Augusto Monterroso, Amor y erotismo La llama doble de Octavio Paz, Ordesa de Manuel Vilas, Obras Completas de Jorge Luis Borges, Dios y el mundo de Joseph Ratzinger, El general en su laberinto de Gabriel García Márquez, Formas breves y El último lector de Ricardo Piglia, Relatos reales de Javier Cercas, En busca de Bolívar de William Ospina, La verdad de las mentiras de Mario Vargas Llosa y casi toda la obra de Edgar Morin.

Fui oteando
Terminé de leer Sables y utopías de Mario Vargas Llosa. Desde que salió al mercado editorial en el 2010 con Aguilar, tenía intenciones de leerlo, pero nunca pude concretar su compra. En días pasados fui como siempre a la Librería Ludens (ahora de nuevo Alejandría), y volví a toparme con el libro. Para mi sorpresa esta vez tenía un precio razonable y pude adquirirlo. Al llegar a casa me di a la tarea de leerlo y fui oteando, de la mano de este gran maestro de la literatura, de los pormenores de la realidad política, económica, social y cultural de la mayoría de las naciones de América Latina. Pude además conocer muy de cerca (por lo profuso del tema) la visión del liberalismo tan criticada por los intelectuales de izquierda, pero tenazmente defendida por Mario Vargas Llosa, que según su óptica es la única salida frente al caos y la miseria de algunas naciones de este lado del mundo (Venezuela a la cabeza, por cierto). Su postura moral e intelectual es sólida, al tener como referente su ya vieja preocupación por el destino de estos pueblos y que, representados por su Perú natal, pujan por abrirse espacios en el complejo mundo globalizado de hoy.

Con asombro y agradecimiento
Leo el Manual del distraído del fallecido filósofo y escritor mexicano Alejandro Rossi. Hasta el momento (casi medio libro) no he hallado ninguna referencia a algún distraído, que pudiera darle el título a la obra, pero lo que sí he encontrado y en abundancia es una gran prosa ensayística y narrativa, ya que a este sobrevenido tomo lo constituyen un grueso número de ensayos, pero también de crónicas, que nos muestran al autor como a un ser profundamente preocupado por su tiempo histórico, a un conocedor de la naturaleza humana, acucioso e inquieto ante los detalles de la vida, que describe con hondura y humor hasta el extremo de la maestría. No en vano este Manual es considerado como su obra más visible, reeditada infinidad de veces y llevada a otras lenguas. Me siento a gusto con su estilo pausado, creativo, exento de grandes artificios; indagador preciso de las claves de su entorno. Resulta además delicioso el toque autobiográfico de muchos de los textos, en los que hace gala de una fina ironía. Es más, no nos extraña que se ría de sí mismo como mecanismo audaz para ponerse en sintonía con el lector, que lo sigue a pie juntillas con asombro y agradecimiento.

@GilOtaiza

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