Desde nuestra llegada a tierra zuliana, el nombre del BARALT lo oímos, lo entendimos amarrado con el arte, la poesía, la música, la cultura en general. Espacio para el espíritu, inquieto, sensible, prodigioso del Zulia, del centro bolivariano de Colombia La Grande, que es Maracaibo.
Eso explica porque desde la primera vez que me sometí al voto popular del Zulia, al pasar en marchas fatigadas desde Granja Alegría hasta la plaza Bolívar, vimos en detalle, de cerca el monumento arquitectónico que es el Teatro.
Largos años en construcción interminable. Dirigida la obra desde Caracas. Visitamos al arquitecto Paolo D'Ongia, y a su equipo y compartimos la necesidad de la pronta reapertura.
Consultamos con la Universidad del Zulia y en conjunto pedimos a Caldera, al tiempo que impulsábamos la LAE, que nos dejara conducir y entregar la recuperación. Allí entra con toda la fuerza el equipo de técnicos del Centro Rafael Urdaneta, con dedicación, con entrega.
Fuimos testigos de ese trabajo que tiene muchos nombres. Muralistas, pintores, albañiles, artesanos. La capacidad de hacer, de construir. Los detalles: las butacas, la arena bajo la alfombra para apagar ruido de pisadas, la conclusión y colocación del Plafón. Todo lo vivimos y disfrutamos en una jornada llena de amor por el alma del Zulia.
El 24 de julio, es fecha de fiesta propicia para recordar la Batalla Naval donde la escuadra colombiana derrota definitivamente la flota española en aguas de Colombia. Día del Libertador que tanto quiso a Maracaibo.
Propicio para entregar al pueblo zuliano, una muestra de amor con trabajo concreto: El Baralt. Corazón cultural de la región. En esta fiesta saludamos a quienes han mantenido esta infraestructura denominada “La Joya cultural del Zulia” contra todas las adversidades. LUZ, sus rectores y autoridades, sus juntas directivas, como la de los Lombardi, siguiendo la huella de su madre Lilia Boscán de Lombardi, quienes mantienen compromiso con el alma del Zulia: su cultura.
fariascardenas@gmail.com
Eso explica porque desde la primera vez que me sometí al voto popular del Zulia, al pasar en marchas fatigadas desde Granja Alegría hasta la plaza Bolívar, vimos en detalle, de cerca el monumento arquitectónico que es el Teatro.
Largos años en construcción interminable. Dirigida la obra desde Caracas. Visitamos al arquitecto Paolo D'Ongia, y a su equipo y compartimos la necesidad de la pronta reapertura.
Consultamos con la Universidad del Zulia y en conjunto pedimos a Caldera, al tiempo que impulsábamos la LAE, que nos dejara conducir y entregar la recuperación. Allí entra con toda la fuerza el equipo de técnicos del Centro Rafael Urdaneta, con dedicación, con entrega.
Fuimos testigos de ese trabajo que tiene muchos nombres. Muralistas, pintores, albañiles, artesanos. La capacidad de hacer, de construir. Los detalles: las butacas, la arena bajo la alfombra para apagar ruido de pisadas, la conclusión y colocación del Plafón. Todo lo vivimos y disfrutamos en una jornada llena de amor por el alma del Zulia.
El 24 de julio, es fecha de fiesta propicia para recordar la Batalla Naval donde la escuadra colombiana derrota definitivamente la flota española en aguas de Colombia. Día del Libertador que tanto quiso a Maracaibo.
Propicio para entregar al pueblo zuliano, una muestra de amor con trabajo concreto: El Baralt. Corazón cultural de la región. En esta fiesta saludamos a quienes han mantenido esta infraestructura denominada “La Joya cultural del Zulia” contra todas las adversidades. LUZ, sus rectores y autoridades, sus juntas directivas, como la de los Lombardi, siguiendo la huella de su madre Lilia Boscán de Lombardi, quienes mantienen compromiso con el alma del Zulia: su cultura.
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