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El paso del tiempo

Cuando me asomo a los anaqueles y veo mis libros siento afecto por ellos y en cierta forma agradecimiento por lo mucho que me han entregado...

  • RICARDO GIL OTAIZA

12/07/2020 05:00 am

Con cada fecha patria conmemorativa de la figura de Simón Bolívar, acostumbro a leer algo que tenga que ver con su vida y con su obra, pero sobre todo algunos de los muchos libros que tengo sobre el personaje: biografías, novelas, ensayos. En los últimos años me he acercado con frecuencia a la obra El general en su laberinto de Gabriel García Márquez, o En busca de Bolívar del también colombiano William Ospina. Si bien ambas obras son eminentemente literarias y recrean el personaje (la primera desde la novela y la segunda desde el ensayo libre), me dan el complemento necesario para la comprensión de tamaña figura histórica. De algún modo esta ya vieja tradición en mi vida busca rendir un homenaje a un hombre que, para bien o para mal, eso todavía está en discusión, marcó nuestra historia y nuestro devenir como pueblo. Mucho se ha especulado sobre la figura de Bolívar y bastante se ha tergiversado su actuación y su legado, hasta el punto de hacer de ella una auténtica caricatura. El paso del tiempo pondrá las cosas en su lugar y cuando despertemos de esta pesadilla chavista-madurista habremos recibido una gran lección como nación. ¿La aprenderemos? Eso está por verse.

Cada libro
Veo mi biblioteca y sé que muchos de esos libros no los llegaré a leer jamás. En verdad no sé cuántos libros tenga, pero estoy consciente de que en estos anaqueles se encuentra parte de mis sueños e ilusiones. Cada libro adquirido representa para mí un momento, un instante de mi historia personal. Ellos han significado mucho para mí y sé que me dolerá el tener que dejarlos. No es bueno tanto apego por las cosas materiales, pero es que hacer una biblioteca es algo que va más allá de la simple compra de ejemplares, para internarse en los pliegues de un submundo que me sostuvo (y lo sigue haciendo) en lo intelectual y espiritual. Muchos de mis libros han sido regalos que me han hecho, amigos y conocidos, mi esposa y mis hijas. Si por algún artificio eliminara de mi devenir la presencia de los libros, sencillamente mi relato personal se desvanecería en la nada intelectual, artística y emocional. Cada libro ha sido de algún modo un compañero inseparable en las distintas etapas de mi recorrido personal, académico y literario. Por eso cuando me asomo a los anaqueles y veo mis libros siento afecto por ellos y en cierta forma agradecimiento por lo mucho que me han entregado.

He leído mucho
No soy muy aficionado a la televisión, en cambio a mi esposa y a mis hijas les fascina ver series por Netflix. Con ellas vi El gran hotel y con mi esposa Juana Inés y Grace and Frankie. En todos estos casos disfruté muchísimo de los programas y de la compañía de mis mujeres. Me han recomendado la serie Bolívar, pero todavía no nos decidimos. Mis hijas me sugieren la serie La casa de papel que ha tenido muy buen acogida por el público. Siempre he preferido la lectura, pero es una actividad solitaria que requiere espacio y tiempo para estar con nosotros mismos. Confieso que a veces la lectura me cansa y otras tantas he quedado exhausto. He leído mucho en mi vida pero tengo mala memoria y al poco tiempo se me olvidan los detalles de cada texto, y queda tan solo un bagaje, una leve reminiscencia, como si hubiese escuchado a otros hacer comentarios y quedan en mi cabeza esos ecos sutiles. Si gozara de una buena memoria sería un erudito, por la cantidad de libros leídos. Afortunadamente muchos los he reseñado en la prensa y queda el texto, el artículo como testigo silente de mis esfuerzos.

@GilOtaiza

rigilo99@gmail.com
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