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Los discursos del odio

Con el incremento de venezolanos en el exterior, creció también los episodios de discriminación. Se hizo cada vez más frecuente la llegada de noticias de atropellos hacia nuestros compatriotas

  • ECCIO LEÓN R.

09/07/2020 05:00 am

Mientras el odio se propaga cual incendio arrasador, las redes sociales son el instrumento predilecto para propagar la intolerancia y la retórica incendiaria, cumpliendo el papel de armas para obtener beneficios políticos. El odio está dejando de ser marginal, tanto en las democracias liberales como en los regímenes autoritarios, ensombreciendo nuestra humanidad.

Hasta hace poco, los retratos de personas huyendo de sus países parecía una realidad ajena, atribuida a ciudadanos de otros países en busca de algún refugio ante la adversidad. Quizás un contexto muy distante del venezolano, siendo un país donde reinaba la paz y prosperidad, rebosante de cultura y de una fuerte historia de hermandad. Sin embargo, esos lazos de fraternidad que aún sobreviven en nuestra querida Venezuela la tierra de gente buena, hoy enfrentan un gran reto por cuenta de los millones de venezolanos que huyeron de la crisis política y económica en medio de la desesperanza y las frustraciones que ya conocemos. Venezuela será recordada como un milagro de la prosperidad.

Con el incremento de venezolanos en el exterior, creció también los episodios de discriminación. Se hizo cada vez más frecuente la llegada de noticias de atropellos hacia nuestros compatriotas, lidiando con circunstancias aún más difíciles de las que ya enfrentaban en nuestro país. Apostaron a una salida buscando las oportunidades que nuestro país no les ofreció en su momento. Por su parte, algunos medios han contribuido a este clima de discriminación pecando en la generalización al vincular la nacionalidad venezolana en los titulares de inseguridad. Cuando se esparce el mensaje de que son venezolanos son los que cometen algún delito, queda en el imaginario de que solo representan un problema, dejando de lado a toda una comunidad honesta y preparada que busca trabajar para alcanzar un bienestar para sí y sus familias.

El discurso de odio es un ataque a la tolerancia, a la inclusión, a la diversidad y a la esencia misma de nuestras normas y valores. En términos más generales, ese discurso socava la cohesión social, erosiona los valores comunes y puede sentar las bases de la violencia, haciendo retroceder el clima de paz, la estabilidad, desarrollo sostenible y de respeto a la dignidad humana.

En las dos últimas décadas, el discurso de odio ha sido precursor de crímenes atroces. El mundo se acerca a un momento crítico en la lucha contra la amenaza del odio, a quienes insisten en servirse del miedo para dividir a las comunidades, debemos decirles: la diversidad es una riqueza, nunca una amenaza. Una cultura sostenida en el respeto mutuo y la receptividad es capaz de reducir el impacto negativo que las publicaciones en torno al odio puedan causar. Nunca hemos de olvidar que, después de todo, cada persona es un “otro” para alguien, en alguna parte. Cuando el odio se ha generalizado, la ilusión de la seguridad se desvanece.

Como parte de una misma humanidad, cuidarnos unos a otros es nuestro deber. Nuestras acciones deben estar encaminadas a afrontar el discurso de odio de modo que nuestra convivencia sea compatible con el respeto a los derechos humanos fundamentales. Responder al discurso de odio no implica coartar o prohibir la libertad de expresión, sino evitar que ese discurso se convierta en algo más peligroso, como una incitación a la discriminación, la hostilidad y la violencia.

Debemos reaccionar ante el discurso de odio como ante todo acto doloso: condenándolo, contrarrestándolo con la verdad y alentando a los perpetradores a cambiar su comportamiento. Los gobiernos, la sociedad civil, el sector privado y los medios tienen papeles importantes que desempeñar en esta misión. Los líderes políticos y religiosos tienen la responsabilidad especial de promover la coexistencia pacífica. El odio es un peligro para todos, por lo que combatirlo ha de ser tarea de todos. Juntos, podemos apagar el incendio arrasador del odio y defender los valores que nos unen como buenos venezolanos.

En fin, con este cúmulo de hechos está claro que las autoridades extranjeras y en especial la del continente americano no sólo tienen desafío de diseñar políticas públicas adecuadas para atender los movimientos migratorios masivos, fenómeno sin precedentes en la región. Son muchos los frentes por atender, sobre todo el humanitario y el de las necesidades básicas, luego el del nivel de empleo, que es el que más resienten los nacionales que sienten que este ni siquiera es suficiente para ellos, como para cubrir vacantes con migrantes recién llegados. Por último, los líderes regionales tienen el reto de diseñar estrategias para que sectores de la sociedad no caigan en la trampa de la discriminación, la violencia y mal infundadas noticias en las que se exacerban los nacionalismos y regionalismo que alimentan el odio hacia el venezolano.

@eccioleonr
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