Muy positivo y acertado el lema escogido por los promotores de la beatificación de José Gregorio Hernández, para enmarcar las actividades que siguen a esta celebración. Especialmente oportuna en momentos en los que como colectivo, nos toca enfrentar al mal en una de sus formas más cruentas.

Los venezolanos tenemos que verlo claro. Nuestra lucha no es contra un sistema de gobierno, contra una ideología o un grupo de dominación política. La lucha que se nos plantea, es la lucha contra el mal. “La historia de la Humanidad es una trama de la coexistencia entre el bien y el mal. Esto significa que, si el mal existe al lado del bien, el bien, no obstante, persiste al lado del mal y, por decirlo así, crece en el mismo terreno, que es la naturaleza humana”.(San Juan Pablo II)

Reunir
La primera dificultad que presenta este planteamiento es el reconocer o no, que el mal está principalmente en nosotros. La dispersión y desbandada son frutos amargos, de la actuación equivocada. El error como la derrota, generan división. La vida santa de un hombre, de un venezolano ejemplar es capaz de volver a mostrar que la integridad más radical, es posible. Un foco luminoso de inspiración y ejemplo para el presente, que necesariamente se proyecta en la posteridad. Esperanza cierta de un mejor porvenir.

“Así pues, no se puede separar a Cristo de la historia del hombre. Lo dije durante mi primera visita a Polonia, en Varsovia, en la plaza de la Victoria. Dije entonces que no se podía apartar a Cristo de la historia de mi nación. ¿Se le puede apartar de la historia de Europa? De hecho, ¡sólo en Él todas las naciones y la Humanidad entera pueden cruzar el umbral de la esperanza!” (San Juan Pablo II) La beatificación de José Gregorio Hernández es una nueva oportunidad de unir a Cristo y la historia de nuestra golpeada Venezuela. Unir y reunir una nación disuelta por la corrupción y el odio, son metas que solo son posibles realizar a partir de una comprometida acción personal: ¡Hagamos el bien!

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