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Por culpa de Junípero

Las más recientes erupciones violentas de ese sentimiento que recorre al mundo occidental son las destructivas protestas de los “chalecos amarillos” en Francia y... Estados Unidos...

  • JOSÉ SANTIAGO NUÑEZ GÓMEZ

04/07/2020 05:00 am

Desde la segunda mitad del siglo pasado, la civilización convive con un desafío que no logra resolver, y que es fruto de su propio, inacabado e inacabable avance; algunos observadores destacan la ausencia de claves para enfrentarla, y así, un fino pensador, el economista John Galbraith, nos habla (1977) de la “Era de la Incertidumbre” -una iluminadora y amena lectura que recomendamos. A Francis Fukuyama, académico de la política, se le ocurrió insinuarlo con una idea traviesa: “El fin de la historia y el ultimo hombre” (1992). Otros han hablado de la muerte de las ideologías, para subrayar que éstas han dejado de ofrecer códigos omnicomprensivos para abordar todos los asuntos que plantea la vida del hombre en sociedad. Bajando a algo más terreno e inmediato, nos encontramos con el desconcertante éxito político de Donald Trump -de él, su forma y su fondo (si tiene alguno)-, primero, al imponerse a casi toda la dirigencia del Partido Republicano para ser su candidato presidencial en 2016, y, luego, ganándole las elecciones a una candidata (Hilary Clinton) con mejores calificaciones; éxito éste que -según- encuentra su mejor explicación en que para el ciudadano de la “América profunda”, para la gente sencilla de las comunidades de provincia, dejó de ser cierto que una vida de trabajo y cristiana disciplina personal y familiar eran garantía de poder cumplir con éxito el ciclo vital de formar una familia, educar unos hijos y tener de una vejez digna.

Las más recientes erupciones violentas de ese sentimiento que recorre al mundo occidental son las destructivas protestas de los “chalecos amarillos” en Francia y las de estos días en las avenidas de ciudades de Estados Unidos de América. Se protesta frente a una realidad que se percibe como hostil, pero que no se pueden descalificar las ideas básicas que desembocan en ella, porque se las suscribe -esencialmente: la libertad. Se destruyen las vidrieras de las tiendas de lujo para luego entrar a saquearlas y acceder, precisamente, a las marcas que allí se veden. El clímax es el necio propósito de destruir la historia, como si esta pudiera deshacerse y volverse a hacer, expresada en la agresión a los iconos remotos de la civilización, a las obras y edificios característicos, a las estatuas de Cristóbal Colón y de Fray Junípero.

SANTINUNEZ@Yahoo.com
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