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Votar o no votar

Lo que la gran mayoría de los venezolanos queremos para nuestro país: un régimen político verdaderamente democrático, y una economía en la cual se reconozca la actividad actividad de los particulares.

  • JOSÉ SANTIAGO NUÑEZ GÓMEZ

06/06/2020 05:00 am

La disyuntiva entre votar o no votar, tan discutida en nuestros días -tanto como para causar desencuentros y fracturas entre amigos y familiares-, no es nueva, se ha planteado muchas veces y en muchas partes, incluso aquí en nuestra Venezuela. Votar o no votar debatieron los factores democráticos en 1952, cuando los venezolanos favorecieron con su voto la candidatura presidencial de Jóvito Villalba; triunfo que Pérez Jiménez desconoció, pero que dejó bajo cuestionamiento la presidencia que ejerció hasta 1957. No votar, fue el predicamento de la izquierda venezolana en todo el tiempo (elecciones de 1963 y 1968) en el que no tuvo significación, ni influencia, en la marcha del país y del Estado venezolanos. Hugo Chávez postuló la abstención en 1993, sin resultados favorables. Una mano amiga nos remite la carta que en 1942 le publicó Rómulo Gallegos a Miguel Otero Silva y en la cual expone, en el orden de los principios, por qué favoreció la participación de AD en las elecciones municipales de aquel año -unas elecciones mediatizadas por el gobierno.

Pero es que, más allá de consideraciones principistas, las opciones para quien desde la vida civil se acerca a la cuestión de sustituir a quienes tienen el ejercicio de la autoridad en Venezuela, no tiene otra alternativa que dependa exclusivamente de él distinta a la del voto ¡Votar, votar, votar! no tenemos otra opción.

Se tiene una vaga idea de que en Polonia se dio una transición influida por la actividad de Solidaridad, un partido político. Esa es la línea más gruesa de ese proceso, su caricatura. Por debajo ocurrió una fina elaboración que incluyó las negociaciones que se llamaron de la Mesa Redonda, y de las cuales salieron unas elecciones parlamentarias en las que la oposición a la dictadura comunista que allí existía participó, no obstante que apenas se le abrió espacio para un 35% de los puestos en ese parlamento, reservando para el partido comunista el resto (65%). Y esa fue tan sólo una estación en un proceso que desembocó en lo que la gran mayoría de los venezolanos queremos para nuestro país: un régimen político verdaderamente democrático, y una economía en la cual se reconozca el insustituible impulso de la actividad de los particulares, mediante las garantías a la propiedad y la libre empresa.

SANTINUNEZ@Yahoo.com
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