Algo extraordinario emerge de las soluciones a la pandemia Covid-19. Se trata de la diversidad de asociaciones entre conocimiento, industria privada y gobiernos a escala mundial. Veamos algunos casos, como el de la Universidad de Oxford por ejemplo, si bien existen muchos otros en Estados Unidos, Alemania, Francia, Israel, China, Corea del Sur, Singapur, entre otros. La tendencia es global y la ciencia más importante que nunca.
En abril de este año, Oxford se asoció con la multinacional farmacéutica AstraZeneca, para la producción y distribución de la promisoria vacuna AZD1222, desarrollada por ingeniería genética entre el Instituto Jenner y el grupo universitario de vacunas. A eso se agrega el financiamiento al consorcio, de un millardo de dólares del gobierno de Estados Unidos a través del Departamento de Salud y la Autoridad de Investigación y Desarrollo Avanzado Biomédico (BARDA en inglés).
El gobierno inglés no se quedó atrás, y en mayo agregó 79 millones de dólares al emprendimiento de Oxford, a cambio de 30 millones de dosis en septiembre de este año. La empresa ya tiene asegurado ensayos clínicos con al menos 30.000 participantes, también con niños, y ofrece 400 millones de dosis y la producción de un millardo más. Con ese objetivo, a finales de mayo AstraZeneca se asoció con OxfordBiomedica.
Otro caso interesante es el de ModeRNA, una empresa de biotecnología con una tecnología innovadora de vacunación a base de ARN, que comenzará la fase III, avanzada, con 30.000 voluntarios en julio 2020. La empresa obtuvo 500 millones de dólares del gobierno estadounidense y está asociada al Instituto de Alergias y Enfermedades Infecciosas que dirige Anthony Fauci. Las grandes empresas como Sanofi y GSK también formaron consorcios entre sí, al igual que emprendedoras de varios países.
Esta diversidad tiene algo en común, el conocimiento científico como sustento básico, tal como puede verse en: http://academianacionaldemedicina.org/Covid-19/
@rrangelaldao
En abril de este año, Oxford se asoció con la multinacional farmacéutica AstraZeneca, para la producción y distribución de la promisoria vacuna AZD1222, desarrollada por ingeniería genética entre el Instituto Jenner y el grupo universitario de vacunas. A eso se agrega el financiamiento al consorcio, de un millardo de dólares del gobierno de Estados Unidos a través del Departamento de Salud y la Autoridad de Investigación y Desarrollo Avanzado Biomédico (BARDA en inglés).
El gobierno inglés no se quedó atrás, y en mayo agregó 79 millones de dólares al emprendimiento de Oxford, a cambio de 30 millones de dosis en septiembre de este año. La empresa ya tiene asegurado ensayos clínicos con al menos 30.000 participantes, también con niños, y ofrece 400 millones de dosis y la producción de un millardo más. Con ese objetivo, a finales de mayo AstraZeneca se asoció con OxfordBiomedica.
Otro caso interesante es el de ModeRNA, una empresa de biotecnología con una tecnología innovadora de vacunación a base de ARN, que comenzará la fase III, avanzada, con 30.000 voluntarios en julio 2020. La empresa obtuvo 500 millones de dólares del gobierno estadounidense y está asociada al Instituto de Alergias y Enfermedades Infecciosas que dirige Anthony Fauci. Las grandes empresas como Sanofi y GSK también formaron consorcios entre sí, al igual que emprendedoras de varios países.
Esta diversidad tiene algo en común, el conocimiento científico como sustento básico, tal como puede verse en: http://academianacionaldemedicina.org/Covid-19/
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