La participación del Estado en la economía en tiempos de una pandemia es fundamental, sobre todo por su rol vital para garantizar la estabilidad social, el acceso a servicios públicos y el cumplimiento de normas mínimas para evitar el caos colectivo. En este sentido, el covid-19 obliga a pensar en el papel que en el futuro debe tener el Estado.

En este orden, se debe dejar claro que el Estado no está en capacidad ni debe pretender administrarlo todo. No puede participar en todos los ámbitos de la economía. Pero si debe hacerlo en la provisión de algunos bienes que demandan su intervención en situaciones inusuales, porque son fundamentales para la supervivencia. Entre ellos se incluyen los suministros médicos durante una pandemia y el refugio durante la guerra; así como el acceso continuo, en situaciones normales, a agua limpia, energía eléctrica y seguridad.

Así, el desempeño óptimo del sistema económico internacional requiere de un equilibrio entre la propiedad estatal y la privada. Se debe evitar que un actor se superponga sobre el otro. Porque el nivel de ineficiencia tanto del sector público como privado condiciona el bienestar de la sociedad. La realidad ha demostrado que producir y almacenar cantidades excesivas de suministros médicos no es lucrativo en circunstancias normales; las empresas privadas incurren en costos de inventario impredecibles y realizan un uso ineficiente de sus recursos en el esfuerzo de mantener la calidad y asegurar las ventas. Mientras que la intervención excesiva del gobierno, mediante controles de precios y cantidades, distorsiona los incentivos, conlleva a la creación de mercados negros y al uso incorrecto de los recursos de que dispone la sociedad. Por ende, el equilibrio público-privado es especialmente crucial para estabilizar la economía y emprender estrategias para incrementar el bienestar de la población.

El Estado puede intervenir contra las fallas del mercado obligando a las empresas a cambiar la producción hacia productos que permitan cubrir las nuevas y urgentes necesidades, e imponiendo precios y cuotas de producción de bienes y servicios considerados fundamentales. Pero esta práctica arcaica, que se implementa sin tener en cuenta los costos y beneficios para las partes interesadas en el sector privado, distorsiona los incentivos que reciben consumidores, productores e inversionistas y lleva a la sustitución de mercados formales con mercados paralelos.

La necesidad de contener la pandemia del covid-19 nos lleva a reexaminar el papel del Estado en la economía, debido a que muchos equipos médicos escasean a nivel mundial, como pruebas, máscaras y ventiladores, y porque ha surgido la necesidad de medidas públicas para hacer cumplir el distanciamiento social que reduce el nivel de contagiados con el nuevo virus. En este sentido, se debe abogar por un equilibrio entre lo público y lo privado durante y luego de la pandemia, para lograr el mejor uso de los recursos desde la participación activa de estos dos actores de la sociedad.

*@zerpasad