Ante lo pernicioso que para Venezuela y los venezolanos resulta continuar en el mal vivir, recordando lo escrito en El Universal (Del buen y el mal vivir 22/08/2018), “deberíamos reflexionar muy seriamente los venezolanos para salir de una vez por todas de la debacle”.  A efecto planteamos, “tomar partido entre el buen y el mal vivir, evitando que los del buen vivir estemos condenados a ser gobernados a la fuerza por los líderes del mal vivir”. Esto añadiendo: “podría hasta resumirse el país políticamente en solo dos partidos imaginarios, acabando con aquello de la derecha, centro, izquierda o las ultras: el partido del buen y el del mal vivir”.

Veinte y un meses después, infortunadamente el mal vivir persiste impuesto por la fuerza. Para desgracia nacional, ha durado y dañado tanto el mal vivir y el régimen que lo causa, que 5,5 millones de compatriotas han emigrado ante la tardanza del cambio y la expectativa de vivir libres y mejor en el exterior. Por eso sigue vigente que “el reordenamiento político no puede postergarse más” pues la debacle nacional cada día se agrava más sin que los responsables nada resuelvan obsesionados con el poder por el poder. Así coinciden a la vez con efectos desvastadores sobre la población pobre y la clase media empobrecida que son la mayoría, el deterioro de todos los servicios públicos básicos y de la infraestructura, la hiperinflación y devaluación signos inequívocos de la economía destruida, el secuestro del estado de derecho, de la libertad y la democracia, el confinamiento obligado a punta de fusil por razones “sanitarias”, el total aislamiento del país y el terror del Estado contra toda disidencia ciudadana que legítimamente protesta por sus derechos.

En estas circunstancias los venezolanos dentro o fuera del país, debemos seguir trabajando con brío en el rescate de la nación. Al respecto reitero aquí “que obligados por fuerza al mal gobierno que es el del mal vivir, podrán seguir genuflexos los que quieran, pero los partidarios del buen vivir por más tiempo no lo soportamos. Por eso perseveramos en cambiar para siempre la mala suerte del país, que es la de mal vivir, del cual aunque muchos lucen resignados, sumisos o acobardados, saldremos pronto con fuerza, unión, fe y mucha determinación”. Ciertamente en Venezuela el cambio es inevitable.

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