“Las cuarentenas son un instrumento crudo. Por sí misma no es capaz de eliminar el Covid-19 pero permite ganar tiempo a los gobiernos de los países, para preparar su sistema de salud y montar una respuesta de Salud Pública” (Fiona Godlee). Esta opinión expresada en un editorial del BMJ se refiere, a lo que posiblemente ha sucedido con gobiernos de diferentes latitudes. A nivel de la opinión pública se ha vendido la idea de que la cuarentena por sí misma, sería capaz de ganar la batalla contra el Covid-19. Las cifras y los resultados de muchos sistemas de salud, muestran lo contrario. Lo que se ha ganado, despilfarrado o invertido es tiempo. Un recurso natural no renovable.

Importados
En Venezuela parece que lo importamos todo. Con la idea de que somos un país rico, traemos todo del exterior. Las cifras oficiales muestran que el Covid-19 no es una excepción. La gran mayoría de los afectados y contagios, han llegado de otros países. Como tantos otros elementos y recursos, los exportamos para importarlos de nuevo. Lo que no se cuestiona es qué hacían esos compatriotas fuera del país ¿Qué estaban buscando? ¿Qué motivó su salida?

Resulta difícil comprender cómo nuestro principal recurso de exportación, se convierte repentinamente en la importación más costosa. Los medios que salen del país sin ningún costo estatal, vuelven a él significando un gasto desproporcionado e improvisado. Parece que el agua no alcanza para tantos que retornan. Ningún servicio es suficiente, ninguna previsión tiene sentido. Hasta el tiempo de ver televisión, se ha visto interrumpido por la intervención extranjera. “Básicamente no hay forma alguna de enclaustrar un espacio, aislarlo de la enorme realidad que nos rodea y conseguir que todo en su interior sea seguro y previsible. Parte de aquello que se ha dejado fuera tan cuidadosamente terminará por volver a colarse. Alguna serpiente, en términos metafóricos, acabará por aparecer” (Jordan B. Peterson).

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