Diálogo y respeto familiar
RABINO ISAAC COHEN. La esposa es considerada como la mitad del esposo, y juntos conforman un solo ente, un hogar. El marido debe, por lo tanto, saber que su esposa aspira -solamente- a su bienestar. Ella es la conciencia interna del hombre.
RABINO ISAAC COHEN
En la pareja, cada uno espera del otro un cierto número de cosas. Cuando uno de los cónyuges no realiza lo que el otro “esperaba”, a veces ocurren consecuencias graves. Esta decepción fundada o no, puede engendrar conflictos donde -en forma alternada- la violencia, la ira, el odio, la desesperación, pudieran surgir o manifestarse, Dios no lo permita.
El distanciamiento entre los esposos puede ahondarse, particularmente, cuando uno de los dos no expresa lo que piensa, ya sea por timidez o porque cree que el otro debe entenderlo por sí mismo. Estos “malos entendidos” o “no entendidos”, o estos silencios, tendrán consecuencias dramáticas para el futuro de la pareja. Por lo tanto, tiene que existir una comunicación sana entre el hombre y la mujer.
Romper el cordón umbilical
“Por lo tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá con su mujer para formar una sola entidad”. (Génesis 2:24).
A la luz de este versículo surge una pregunta fundamental. ¿Así se traduce el reconocimiento que debe manifestar un hijo hacia sus padres?
¿Dónde está el respeto hacia las personas que nos dieron la vida? ¿Debe el hombre volverse amnésico y olvidar toda la suma de bondades que sus padres le brindaron a lo largo de sus años de vida?
¿Puede existir incompatibilidad, entre el hecho de unirse a su mujer y el respeto que él les debe, a los que fueron promotores de su existencia? Lejos de nosotros tal concepto: La Torá, en diferentes partes, subraya este deber de respeto y de reconocimiento hacia las personas que nos hicieron un bien, y con más razón a nuestros padres.
Sin embargo, este versículo nos enseña que el amor que uno manifiesta hacia sus padres, no puede opacar el amor entre marido y mujer. Hay que saber tomar una cierta distancia con relación a la vida familiar. El día que se concreta el lazo conyugal, una nueva historia empieza, la de una pareja que debe construirse -sin ninguna interferencia -que pudiera dañar su futuro.
Es necesario saber entregarse, sin perjudicar a nadie. Cuando los niños dependen demasiado de sus padres pueden surgir problemas psicológicos que, después de muchos años, se ven reflejados en su matrimonio. La célula familiar será entonces perturbada y el amor en este hogar podría verse comprometido. Amemos y respetemos a nuestros padres, sin poner en peligro nuestro hogar. Los padres deben actuar, un poco, como psicólogos y no inmiscuirse en la vida de la pareja.
La ayuda idónea (Génesis 2:18)
“Con él o contra él”. ¿Qué significa éste versículo bíblico? “¿Le haré una ayuda a su lado, “o literalmente” una ayuda contra él?”. Nuestros sabios explican en el Talmud: “Si se lo merece o reúne los méritos necesarios, ella será para él una ayuda, y si no, pues ella estará en su contra”.
En efecto, tenemos un alto concepto de nosotros mismos (nos consideramos como seres llenos de cualidades), somos más indulgentes para juzgarnos a nosotros mismos, que a los demás. Vemos los defectos de los demás, mas no vemos los nuestros.
La esposa es considerada como la mitad del esposo, y juntos conforman un solo ente, un hogar. El marido debe, por lo tanto, saber que su esposa aspira -solamente- a su bienestar. Ella es la conciencia interna del hombre. Cuando el esposo hace una introspección para mejorarse a sí mismo, ella está siempre presente para ayudarlo. Ve los defectos de su marido de manera imparcial, sabe oponerse -cuando es necesario- y no lo deja actuar, sino basándose en los valores de la Torá.
El hombre y la mujer, en la vida de pareja, deben convertirse en colaboradores mutuos, que han de transitar por la vía del progreso, y no del lamento.
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