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María, salvadora

María ha aparecido tantas veces conocidas y desconocidas cual madre piadosa, protectora, aleccionadora de sus hijos. Los humildes la observan con indecible fe; los sabios se admiran ante su verdad...

  • JOSÉ FÉLIX DÍAZ BERMÚDEZ

05/04/2020 05:00 am

En su infinita gracia, plena, la madre de Dios, María, está entre nosotros. Bendita en su gloria magnífica estremeció los cielos, acercó las estrellas y alejó los astros; hizo llover sobre la tierra y la secó otra vez como lo hizo en Fátima, Portugal, en 1917, ante el mundo de ambiciones y odios en medio de la Gran Guerra.

María ha aparecido tantas veces conocidas y desconocidas cual madre piadosa, protectora, aleccionadora de sus hijos. Los humildes la observan con indecible fe; los sabios se admiran ante su verdad. Qué amorosa fue ante Juan Diego para que la llamasen Guadalupe en México, 1521; qué constante fue ante los Coromotos, Venezuela, 1652, a la hora de bendecir al continente entero.

A medida que los siglos pasaban se hizo cada vez más evidente ante los males del mundo. Paris la observó en la Rue du Bac, en 1830, y Lourdes, en 1858, en aquella gruta de Massabielle. Se manifestó en Medjugorje, Bosnia, en 1981 en medio de tantos recuerdos tristes.
 
Europa particularmente ha recibido sus manifestaciones y se dice que en Beauraing , Banneux, Amsterdam, l’Ile-Bouchard y Siracusa estuvo presente pero también en América en Champion, Wisconsin en 1859; en Betania, Venezuela, en 1976-1988 -otra vez-; en Itapirange, Brasil entre 1994 y 1998; en Cuapa, Nicaragua, 1980, o en San Nicolás, Argentina, 1983. Su luz se expande por doquier, en Kibeho, Ruanda; en Soufanieh, Damasco; Lipa, Filipinas; en Ikita, Japon. Admirable surge entre la multitud en Zeitun, Egipto en 1968-1970.

En el siglo XVI estaba Roma invadida de peste y ahora se muestra entre nosotros 5 siglos después, ella y su hijo en la Plaza San Pedro. Una leyenda cuenta que Lucas la pintó sobre una tabla recordando la noble imagen de María que apareció en la iglesia Lidda, Palestina, por su propia voluntad en una columna cuando ella no pudo acompañar allí a los apóstoles.

Niceforo dice que: “era de talla media, con rostro alargado, cabellos rubios, dedos finos”.

Jfd599@gmail.com
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