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Coronavirus, un tsunami económico

El filósofo francés Edgar Morin en estos tiempos de ruptura pide un nuevo modelo económico, político y social más solidario. Debemos ir en esa dirección.

  • JULIO CÉSAR PINEDA

14/05/2020 05:00 am

El Secretario General de la Organización Mundial de la Salud, desde Ginebra señalaba recientemente que el mundo estaba cambiando dramáticamente y de manera definitiva refiriéndose a la situación de contagios y pérdidas de vida por el Covid-19 (Corona Virus Disease) y por la falta de preparación del sistema internacional para responder por este sistema de crisis sanitaria. Igualmente la Organización Mundial de Comercio ha señalado la grave crisis económica que estamos viviendo y la recesión para las economías del sistema internacional incluyendo los mercados emergentes como Brasil, India, Sudáfrica, China y Rusia. El Secretario General de la ONU afirmaba que ésta pandemia está amenazando a toda la humanidad y la respuesta debe ser colectiva, propuso movilizar mil novecientos millones de euros para la asistencia a los países más vulnerables, estimaba en 51 estados de América Latina, Asia, Medio Oriente y África. Todos coinciden en que la economía mundial decrecerá en un 5% en este año, antes del coronavirus se esperaba un crecimiento del 2.9% y ahora se estima en un 2.4%. Europa y Estados Unidos también sienten el debilitamiento de los mercados y la interdependencia de sus economías tanto con otros países desarrollados como con la necesaria adquisición de materias primas en el tercer mundo. El drama de la economía china con el cierre de fábricas y restricción de movimientos de personas y mercancías ha impedido las exportaciones pero también las importaciones, tanto de materias primas del tercer mundo como de manufacturas y productos tecnológicos del mundo desarrollado afectando gravemente la industria y el sector de servicios. El petróleo, motor del desarrollo del planeta ha visto la baja en la demanda, en la producción y en los precios, a menor producción de bienes y servicios menor consumo de energía. La demanda de hidrocarburos ha caído en un 25% con un precio inferior a 20 dólares el barril, con el agravante de grandes reservas en diferentes depósitos. Esto es catastrófico en el turismo y en el transporte aéreo, marítimo y terrestre. Las empresas por la poca demanda y la reducción de su producción han tenido que despedir empleados, los asalariados no tienen capacidad para la adquisición de bienes, la inversión extranjera ya sobrepasa su retiro de los mercados más allá de los montos de la crisis financiera del 2008. Los mercados emergentes que cubren el 60% de la economía mundial en el poder adquisitivo no cuentan con la necesaria inversión, se señala que el daño financiero se estima por ahora en 400 mil millones de dólares equivalente a un 0.4% del PIB mundial. Las inversiones tan necesarias para el tercer mundo prefieren dirigirse a los bonos de Estados Unidos, la deuda de muchos de nuestros países se hará impagable acumulándose grandes sumas y produciendo insolvencia. Nuestros países que producen y exportan materias primas no las están vendiendo y los precios han caído, hoy en Venezuela, el precio del barril de petróleo es inferior al costo de producción del mismo.

Europa y Estados Unidos para limitar el daño económico están orientando con sus bancos centrales sus inversiones al gasto y al crédito liberando grandes cantidades de dólares para transitar esta cuarentena, los países en desarrollo que necesitan de sus exportaciones y sus empresas del flujo de caja agotan sus recursos; además están obligados a reducir el gasto social tan fundamental y tan prioritario en áreas como en la salud y la alimentación, la vivienda y la educación, podría esto conducir -y ya está ocurriendo- a protestas masivas y desórdenes públicos por falta de medicinas, alimentos y trabajo. Se dificulta el crédito externo y con la recesión las monedas se devalúan. Para algunos estados con grandes diásporas migratorias, las remesas son fundamentales, unos 20 mil millones en el caso de México y en Venezuela unos 4 mil millones, este flujo se ha interrumpido y tardará en restablecerse por la pérdida de empleo en los países de acogida. 

El Covid-19, más allá de la pandemia sanitaria, ha sido también una pandemia económica y financiera con una volatilidad y fragilidad en lo económico y cada día es peor. Nuevamente el efecto mariposa con el aleteo en China del Covid-19 ha desencadenado este huracán no solo en lo pandémico sino también en lo económico.

Para el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial estamos a la puerta de la recesión y llama a la solidaridad entre naciones y entre gobiernos y empresarios, el Banco Mundial ha pedido una moratoria en el pago de la deuda para los países del tercer mundo. Estos organismos estiman para este año un tsunami económico superior a la crisis financiera del 2009. El coronavirus ha sido un nuevo cisne negro, pero más por su consecuencia que por su imprevisibilidad y aleatoriedad donde el binomio economía y salud están íntimamente ligados en el actual orden complejo internacional con gran fragilidad en el aspecto sanitario de la vida. Ya en el año 2000 en la Cumbre de Nigeria se había recomendado a los gobiernos destinar el 15% de sus presupuestos a la sanidad. En estos años privó el modelo neo-liberal y la concentración de las riquezas restando inversiones en lo social. Por eso en Davos se le pidió a los grandes agentes financieros que si querían salvar al capitalismo tenían que darle una dimensión social, porque el comunismo tampoco fue alternativa y así fue el fracaso de la Unión Soviética. El filósofo francés Edgar Morin en estos tiempos de ruptura pide un nuevo modelo económico, político y social más solidario. Debemos ir en esa dirección.

Jcpineda01@gmail.com

@jcpinedap 
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