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Un final de película

La buena noticia comenzando abril 2020, es que todos los que sobrevivimos hasta hoy, aquí estamos pasando la cuarentena, esperando, unos a gusto (la gran mayoría), y otros a disgusto (los comunistas)

  • PEDRO E. PIÑATE B.

02/04/2020 05:00 am

Como la famosa canción de Willie Colón que cantaba con Hector Lavoé, “Todo tiene su final nada dura para siempre. Tenemos que recordar que no existe eternidad”. Por eso para los venezolanos que compraron encantados las entradas para la película revolucionaria del Socialismo del Siglo XXI, como para los que no las compramos y siempre rechazamos durante estos aciagos 21 años el terror y destrucción castrocomunista de Venezuela, la buena noticia comenzando abril 2020, es que todos los que sobrevivimos hasta hoy, aquí estamos pasando la cuarentena, esperando, unos a gusto (la gran mayoría), y otros a disgusto (los comunistas), el final de la película. Más que larga fue larguísima y el reparto de actores bien aburrido. Sobre todo del lado del régimen donde el enroque permanente en los altos cargos fue de unos pocos funcionarios, siempre los mismos. La ineptitud, la corrupción y el cinismo fueron su norma. Como Atilas, acabaron con todo y con todos, incluyendo el Estado que hoy está en la carraplana y ellos sonrientes como si nada hubiesen causado. Mientras del lado “opositor” hubo sorpresas, como la de los infiltrados permanentes colaboradores vendidos al régimen y la mejor de todas: Juan Guaidó, Presidente encargado de la República nombrado por la Asamblea Nacional para restituir la democracia y libertad.

Acortando la película, la muerte del primerísimo actor apodado el “Comandante eterno”, obligó su reemplazo, impuesto por La Habana. Así prosiguió el uso abusivo de la imagen, pensamiento y obra del Libertador Simón Bolívar para hacer todo lo contrario. La tiranía y destrucción del país se profundizó, estrechando el régimen las relaciones y negocios turbios con los países del Eje del Mal: Rusia, China, Irán, etc. La sumisión total a Cuba se hizo más descarada, continuando la cesión antipatriótica de las riquezas nacionales incluyendo el combustible que hoy “no hay” para los venezolanos.

Avanzando en la destrucción nacional con asociación delincuencial internacional, el aparato estatal cayó al servicio de las fuerzas del mal. La función de gobierno se desvirtuó por completo, dejando la población expuesta a su peor suerte aún en medio de la pandemia. El régimen se transmutó en bandas y “carteles” como explican las órdenes de captura de la justicia estadounidense, haciendo un extraordinario final de película.

ppinate@gmail.com
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