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Liderazgo exitoso en las crisis

No tema ser un líder y actuar en consecuencia. Su capacidad de influir para bien puede marcar la diferencia, al momento de gestionar una crisis. Todos somos necesarios.

  • ALFREDO YUNCOZA

30/03/2020 05:00 am

Algo que estamos haciendo quienes nos dedicamos a la gestión de riesgos es consultar entre los profesionales sobre las mejores prácticas implementadas respecto al Covid-19. Una crisis totalmente atípica por su naturaleza y alcance hace necesario considerar los diversos puntos de vista de quienes tienen la responsabilidad de protección de personas y otros activos. 

Una inquietud común es la disponibilidad de recursos: infraestructuras adecuadas, normativas actualizadas, resultados de ensayos previos, tecnología actualizada, cultura de prevención y recurso humano capacitado. Todo esto, bajo criterios de una administración eficiente, la cual requiere de un gerente capacitado y experimentado. Hoy más que nunca, la improvisación tiene altas probabilidades de fracaso a un alto costo.

Por otra parte, y sin subestimar la importancia de las capacidades administrativas generales hemos podido identificar al liderazgo como un componente del perfil profesional que actualmente destaca aún más. Estamos hablando de una crisis donde las personas son las principales víctimas, pero a su vez, su actitud ante la amenaza puede convertirse en una fortaleza o una vulnerabilidad.

Quizá aquellas personas públicas quienes toman decisiones estratégicas de amplio alcance y que incluyen consideraciones políticas, alianzas de Estados, ideologías y religiones, entre otras, son las más fácilmente identificables. Su número, aunque comparativamente menor frente al resto de la población, tiene a su favor o en su contra el poder para imponer las decisiones que consideren más acertadas.

Hay un grupo más numeroso que día a día tiene que monitorear escenarios que cambian aceleradamente, verificar la disponibilidad de recursos y lograr mantener los niveles de seguridad y protección, sin dejar de estar alineado con las estrategias y políticas empresariales. Son los reconocidos como líderes por quienes interactúan con ellos directa o indirectamente. De acuerdo con las circunstancias, tienen la habilidad de determinar e implementar el estilo de liderazgo más adecuado. 

Mantener un liderazgo directivo en las crisis puede ser necesario, pero dosificadamente y en casos muy puntuales. Existen eventos para los que la consulta no tiene cabida ya que se requiere de una toma de decisiones rápida por los riesgos a los que se exponen los activos tangibles e intangibles. El líder logra que se sigan las instrucciones no sólo basado en las atribuciones que le da el cargo, sino en el reconocimiento previo que existe a sus conocimientos. Abusar de este estilo de liderazgo generaría una presión innecesaria y un desgaste emocional, lo que puede ser fuente de nuevos riesgos.

El liderazgo controlador caracterizado por la omnipresencia y “el nada se hace hasta que yo lo ordene”, es propio de quien no ha logrado cultivar la confianza en el entorno en el que se desempeña. No está seguro de las capacidades de sus colaboradores o peor aún las desconoce, por lo que asume que sólo él puede tomar las decisiones correctas. Quienes le rodean ven castrada la espontaneidad, por lo que sus acciones pueden limitarse a cumplir estrictamente lo que le solicitan. Al fin y al cabo, sienten que los valores agregados fruto de las iniciativas no son bien recibidos.
 
Aquellos que desarrollan sólidos conocimientos teóricos, pero que subestiman la experiencia, la práctica, los ensayos y simulaciones como opciones de aprendizaje, son los que llamo “líderes de bibliotecas”. En las crisis abruman con sus conocimientos, pero se detienen cuando se trata de tomar decisiones, muchas veces porque el miedo los domina. Quieren que los resultados sean perfectos y sin margen de error. Cabe recordar la frase atribuida a Winston Churchill “el exceso de perfección lleva a la parálisis”. Por otra parte, no es extraño que se resistan a pedir ayuda ya que sienten que su prestigio profesional puede ponerse en duda. 
 
Los líderes que inspiran con el ejemplo positivo logran un efecto motivacional casi inmediato. Saben que la capacidad de percepción de las personas no debe subestimarse. Puede que el riesgo que deben gestionar sea un cisne negro, de baja probabilidad y alto impacto, por lo que no dudan en conformar equipos multidisciplinarios para lograr la convergencia de puntos de vista y recursos, lo que va a permitir gestionar la crisis más eficientemente.

En casi todas las grandes crisis que han ocurrido en diversas partes del planeta un factor común de éxito ha sido el liderazgo compartido. Surge muchas veces como algo espontáneo y que obtiene un reconocimiento a sus impactos positivos. Quienes lo implementan no necesariamente son personas previamente conocidas. Pueden ser esos compañeros de trabajo que tomaron una iniciativa, los vecinos que identificaron una oportunidad o la comunidad que decidió unir esfuerzos y actuar en conjunto.

No tema ser un líder y actuar en consecuencia. Su capacidad de influir para bien puede marcar la diferencia, al momento de gestionar una crisis. Todos somos necesarios.

ayuncoza@gmail.com

Twitter: @alfredoyuncoza
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