Hoy hablar de sostenibilidad es como con hablar de futuro… De las próximas generaciones y la larga vida que tendrá el planeta. Definitivamente ¡no hemos reaccionado!
El mundo entero está en crisis. Solo que algunos están ensimismados creyendo que se trata de una realidad que solo los golpea a ellos… Mientras otros viven en sus burbujas ignorando los desafíos que aquejan a sus vecinos más allá de sus fronteras. Hasta que alguna situación muestra que esas fronteras no son reales, y que la única verdad es que compartimos un mismo y único territorio.
Tal vez esa sea la mayor de las crisis, el hecho de que a estas alturas de la humanidad aún no podamos concebirnos como responsables de un todo. Como líderes globales con un impacto local, como ciudadanos del mundo con una cuota de responsabilidad primaria en los espacios que transitamos.
Véase que no hablo de las sociedades, ni de las organizaciones… Ni siquiera hablo de los países desentendidos de la realidad de sus vecinos… Ni hablo de los que ignoran que esa realidad de esos vecinos también es la realidad de ellos… Ni de los que evaden problemas que se permean con una facilidad que las soluciones envidiarían.
Hablo del ser humano que ha de trascender las etiquetas con las que unos y otros nos identifican como distintos y ajenos; para entenderse como parte de un todo del que es responsable.
Hablo de cómo la realidad de tu vecino impacta a tu comunidad. De cómo la oscuridad del otro hace sombra en tus escenas. De cómo tu luz, a la velocidad del amor, puede iluminar al otro. Hablo de ti y de mí. De cómo tus problemas pueden ser entendidos como míos. De cómo mis soluciones pueden ser concebidas como nuestras.
Somos los mismos, pero nos separaron. Compartimos el mismo territorio, pero lo parcelaron. Tenemos las mismas necesidades, pero estamos muy ocupados en atender las propias como para darnos por enterados.
Quizá nos hace falta un título que nos guste como humanidad… Uno que se instale en el sistema de creencias que nos ha traído hasta aquí y lo empiece a transformar desde adentro. Uno de esos que despierte el tan eficiente apego humano por tener, por ser dueño, por ostentar… Y que a su vez nos movilice a preservar. ¡Eres co-propietario de la tierra! ¿Así sí?
liderazgo@argenisangulo.com
El mundo entero está en crisis. Solo que algunos están ensimismados creyendo que se trata de una realidad que solo los golpea a ellos… Mientras otros viven en sus burbujas ignorando los desafíos que aquejan a sus vecinos más allá de sus fronteras. Hasta que alguna situación muestra que esas fronteras no son reales, y que la única verdad es que compartimos un mismo y único territorio.
Tal vez esa sea la mayor de las crisis, el hecho de que a estas alturas de la humanidad aún no podamos concebirnos como responsables de un todo. Como líderes globales con un impacto local, como ciudadanos del mundo con una cuota de responsabilidad primaria en los espacios que transitamos.
Véase que no hablo de las sociedades, ni de las organizaciones… Ni siquiera hablo de los países desentendidos de la realidad de sus vecinos… Ni hablo de los que ignoran que esa realidad de esos vecinos también es la realidad de ellos… Ni de los que evaden problemas que se permean con una facilidad que las soluciones envidiarían.
Hablo del ser humano que ha de trascender las etiquetas con las que unos y otros nos identifican como distintos y ajenos; para entenderse como parte de un todo del que es responsable.
Hablo de cómo la realidad de tu vecino impacta a tu comunidad. De cómo la oscuridad del otro hace sombra en tus escenas. De cómo tu luz, a la velocidad del amor, puede iluminar al otro. Hablo de ti y de mí. De cómo tus problemas pueden ser entendidos como míos. De cómo mis soluciones pueden ser concebidas como nuestras.
Somos los mismos, pero nos separaron. Compartimos el mismo territorio, pero lo parcelaron. Tenemos las mismas necesidades, pero estamos muy ocupados en atender las propias como para darnos por enterados.
Quizá nos hace falta un título que nos guste como humanidad… Uno que se instale en el sistema de creencias que nos ha traído hasta aquí y lo empiece a transformar desde adentro. Uno de esos que despierte el tan eficiente apego humano por tener, por ser dueño, por ostentar… Y que a su vez nos movilice a preservar. ¡Eres co-propietario de la tierra! ¿Así sí?
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