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La importancia de perdonar

Desarrollar mecanismos que aumenten la tolerancia ante las diferencias, la empatía ante el problema del prójimo, la búsqueda de coincidencias prescindiendo de los desacuerdos en aspectos secundarios

  • BARTOLOMÉ FINIZOLA CELLI

26/02/2020 05:00 am

Perdonar deriva del latín, el prefijo per, que significa completo e intensifica el verbo que acompaña el vocablo donare, o sea donar o dar. En forma coloquial, perdonar significa dejar pasar una ofensa o renunciar al castigo moral o material de la mala conducta. Perdonar no es olvidar, ya que no es factible, sobre todo si el hecho es relevante, ni tampoco quiere decir que cambia la condición de algo malo por algo bueno al ser perdonado.

Al perdonar se recuerda el hecho sin conectarse con las emociones originales ni magnificar con el tiempo reacciones como la ira, transformándola en odio, ya que este sentimiento le producen más daño a quien odia que a la persona odiada.

La Asociación de Psicología Americana define el perdón como “el resultado de un proceso que involucra un cambio en las emociones y actitudes hacia el ofensor”. Siendo individual y complejo, en el cual el tiempo por sí solo no ayuda, requiere de estrategias dirigidas a aprender a pensar mejor para facilitar la reconciliación con los otros y principalmente con nosotros mismos.

El Dr. Iván Mendoza Mujica, cardiólogo y profesor universitario destaca que “Los sentimientos hostiles promueven la liberación de hormonas relacionadas con el estrés en nuestro torrente sanguíneo. Estas hormonas hacen que las arterias coronarias se contraigan y envejezcan. Adicionalmente aceleran el ritmo cardíaco y provocan arritmias graves, aumentan la presión arterial y los niveles de azúcar y grasa en la sangre, el resultado global es que el corazón se ve sometido a una mayor demanda y sufre”. 

El perdón se asocia a empatía, compasión, tolerancia y finalmente al amor en el más amplio sentido de la palabra. 

El Dr. Luis Razetti en el libro sobre Deontología Médica, escribió: “La regla de oro de la moral: ama a tu prójimo como a ti mismo y no hagas a los otros lo que no quieres que los otros hagan contigo, ha prevalecido inconmovible en la conciencia humana desde hace más de 30 siglos, la proclamó Moisés desde la alta tribuna del Sinaí como el símbolo de la paz y de la concordia entre los hombres; los sabios de Grecia, los creadores de la civilización mediterránea de donde deriva toda nuestra cultura, decían: no hagas a tu prójimo lo que tú no quieres que él te haga a ti; Confucio en el silencio de las misteriosas selvas de Asia, hace ya más de 2000 años enseñaba: haz a los demás lo que quieres que te hagan a ti y no hagas a nadie lo que no quieres que te hagan a ti; Jesús, en un hermoso momento de su vida y de su lucha, cuando el escriba doctor de la ley lo interrogó sobre los mandamientos, le contestó: "amarás al señor tu Dios de todo corazón y a tu prójimo como a ti mismo”. 

El Papa Francisco I señaló: “quien no perdona padece física, emocional y espiritualmente. El perdón es la esterilización del alma, la limpieza de la mente y la liberación del corazón”, siendo “vital para la sanidad emocional y la supervivencia espiritual”.

En el año 2020, con gran conflictividad mundial, nacional y local; con alta incertidumbre que pone a prueba no sólo principios y valores fundamentales, sino también usos y costumbres locales, con cambios de reglas que afectan la dinámica de la cotidianidad y múltiples factores que impactan la vida familiar y personal, es imprescindible para superar de forma exitosa éstas circunstancias, desarrollar mecanismos que aumenten la tolerancia ante las diferencias, la empatía ante el problema del prójimo, la búsqueda de coincidencias prescindiendo de los desacuerdos en los aspectos secundarios y finalmente actuar en función de la armonía permitiendo lograr el mayor bienestar colectivo posible.

ascardio.coordinacion@gmail.com
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