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Problemas, elecciones, problemas… elecciones

El ciudadano israelí común y corriente aprecia su democracia. Pero acusa el cansancio frente a los debates estériles y repetidos, frente a la situación permanente de cohetes disparados desde Gaza...

  • ELIAS FARACHE S.

25/02/2020 05:00 am

El lunes 5 de marzo de 2010 se celebrarán los terceros comicios en menos de nueve meses en Israel. No se ha logrado en los dos procesos anteriores formar coalición.

Queda claro que la democracia israelí es muy sólida y participativa. No obstante lo delicado de la situación de seguridad, con amenaza permanente de conflicto en el norte, en Siria y Líbano, en Gaza, y con el enemigo no fronterizo de Irán, Israel pretende dirimir las diferencias de enfoque en las urnas electorales.

Además, el Primer Ministro enfrenta acusaciones que podrían impedir su continuación en el cargo, aún si ganase las elecciones. La campaña electoral, tercera en este lapso, no deja ningún tema fuera del debate. En cualquier otro país, se hubieran esgrimido razones de seguridad para suspender comicios, o se hubiera decretado algún estado de emergencia. En Israel esto no aplica: se vive siempre en estado de emergencia.

Sin embargo, a pesar de lo reconfortante que resulta saber que son los ciudadanos quienes terminan decidiendo quienes son sus gobernantes y su destino, resulta paradójico que no se obtengan resultados, no se forme gobierno y no se solucionen los problemas que se enfrentan. Además del desgaste propio de tantas campañas con sus contenidos no siempre edificantes.

Factor que influencia
Las elecciones repetidas y frecuentes, tienen la virtud de dejar saber a todos que piensa cada quien. Por ello, al no esperarse sorpresas, los votantes mantienen su posición o están claros en la misma. En Israel, el eventual juicio al Primer Ministro es un factor que erosiona en alguna medida la calidad de las elecciones y pone como factor que influencia, aún si no es la intención, al Poder Judicial. Pero, en definitiva, se impone el imperio de la ley.

El ciudadano israelí común y corriente aprecia su democracia. Pero acusa el cansancio frente a los debates estériles y repetidos, frente a la situación permanente de cohetes disparados desde Gaza, frente a la amenaza nunca desarticulada del Irán nuclear y misilístico. La macroeconomía de Israel va muy bien, pero la brecha social requiere atención.

Seguridad y negociaciones
Algo más: las soluciones que requiere Israel en el campo de su seguridad no ofrecen mucho margen de maniobra. Bien sea que gane Netaniahu y su bloque de derecha, o Benny Gantz y su bloque algo más de izquierda y secular, las decisiones respecto a temas fundamentales: a los palestinos, Irán, Gaza o Siria, serán básicamente las mismas, con cambios de forma y no de fondo. Una vez más, el resultado electoral será producto de la preocupación respecto a el tema de seguridad y negociaciones con los vecinos, antes que otros aspectos de la agenda social y económica del país.

Sí, Israel es un país hoy día de entre los primeros del mundo en casi todos los índices de medición que se aplican. Además, se hacen cuantas elecciones se consideren necesarias. Pero a pesar de tanta democracia y avance, algunos problemas no terminan de resolverse.
 
Quizás la razón de ello es que el debate, la confrontación de ideas y las mediciones de fuerza en las elecciones son necesarias y saludables. Pero conviene más buscar la unidad, la consolidación de fuerzas y esfuerzos con la finalidad de lograr los objetivos comunes, aquellos mucho más necesarios e importantes que los factores que separan a los adversarios políticos durante ya tres inconclusos comicios.

Problemas, elecciones. Elecciones que no resuelven problemas.

eliasfaraches@gmail.com
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