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Guacamayas y salvajismo

Justamente lo que nos diferencia de los animales salvajes es la ley de la razón. Si no aprendemos a usarla, sencillamente seremos marionetas de la peor de las pasiones, la de la violencia

  • JORGE SAYEGH

21/02/2020 05:00 am

Las guacamayas en cielos caraqueños es un fenómeno relativamente reciente producto del tráfico ilegal de la fauna silvestre. Todas esas simpáticas aves que desde hace pocos años se asoman hacia dentro de las ventanas más altas de la ciudad son descendientes de aves “cimarronas” que de alguna u otra manera lograron escapar y se han adaptado a un nuevo hábitat urbano.

Cuando la bióloga Diana Liz Duque, quien dirige un proyecto ecológico en Barinas, le reclamó públicamente por Twitter e Instagram a un famoso entrenador que tuviera como mascota a dos guacamayas, desató la ira de la manada más salvaje: la de las redes sociales. El entrenador y una de sus amigas mediáticas (que entre ambos suman 3 millones de seguidores) alebrestaron a sus huestes para que lincharan virtualmente a la ecologista, quien fue víctima de insultos y procacidades acerca de su aspecto, su profesionalismo o, incluso, sus supuestas ocultas intenciones sexuales no complacidas por parte del entrenador.

Volvió la cordura
Una vez que el cadáver virtual de la ambientalista fue descolgado de las redes (pues tuvo que eliminar su cuenta de Instagram para evitar los insultos sistemáticos) y luego de que otro frente más espontáneo y multitudinario de usuarios contratacara al entrenador por su relamido encono, volvió la cordura y el entrenador pidió perdón públicamente y entre lágrimas.

Las guacamayas son hermosas y muy inteligentes. Establecen lazos de pareja, de familia y de clanes. Por las características de Caracas se han adaptado muy bien a la civilización, pero su ley no ha dejado de ser la de la selva. La especie azul y amarilla que es más agresiva está desplazando a las dos especies coloradas arrebatándoles, a la fuerza, espacios y comida. Justamente lo que nos diferencia de los animales salvajes es la ley de la razón. Si no aprendemos a usarla, sencillamente seremos marionetas de la peor de las pasiones, la de la violencia.

Jorgesayegh@gmail.com

@jorgesayegh
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