No hubo ciudadano del mundo que sintiera júbilo, el 31 de enero, cuando a media noche fue arriada en Bruselas la bandera del Reino Unido. Son ahora 27 los miembros de la Unión Europea (UE), el sistema de integración mejor logrado por Estados-nación en la Historia. Nadie duda de que el progreso y la paz de las naciones se potencian con la integración.
Con un PIB de US$ 18.71 billones (FMI, 2019), la UE es el mayor bloque económico del planeta. Su PIB conjunto es sólo superado por Estados Unidos ($ 21.44 billones). Son obvios los beneficios para Inglaterra de pertenecer a la UE y a su mercado único, en un espacio comunitario de 512 millones de habitantes (libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas). Un estudio de las Universidades de Stanford y Nottingham (2018) estimó que, a consecuencia del referéndum (2016), las inversiones en capital fijo en Inglaterra disminuyeron un 6% y el nivel de empleo bajó un 1,5%.
El artífice del referéndum fue el eufórico líder populista, Nigel Farage. La mayoría de los ingleses se arrepintió después de la votación que sumó un 50,8% de los votos a favor de los separatistas, frente a un 49,2% que sufragó por la permanencia en la UE.
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, al lamentar el retiro de Inglaterra, se refirió a cómo una implacable campaña de “mentiras, exageraciones, simplificaciones y promesas incumplidas” de los líderes populistas, determinó aquella mínima mayoría. Macron también alertó acerca de los desafíos que enfrentan las democracias ante la irrupción en la escena política de demagogos capaces de falsear la verdad para alcanzar el poder.
Los líderes europeos han asimilado con aplomo el golpe de la salida del Reino Unido. Después de la derrota del Nazismo y el Fascismo en la II Guerra Mundial, se forjaron lazos indelebles entre Inglaterra y Europa. El Reino Unido es, después de todo, la democracia más antigua del planeta. Los valores de democracia, seguridad social y economía social de mercado son compartidos por británicos y europeos.
Luce imposible el reingreso de Inglaterra a la UE en la actualidad, aun siendo la mejor opción para todos. Pero hagamos votos porque el Reino Unido se reinserte en el sistema de integración europeo más temprano que tarde.
@lxgrisanti
Con un PIB de US$ 18.71 billones (FMI, 2019), la UE es el mayor bloque económico del planeta. Su PIB conjunto es sólo superado por Estados Unidos ($ 21.44 billones). Son obvios los beneficios para Inglaterra de pertenecer a la UE y a su mercado único, en un espacio comunitario de 512 millones de habitantes (libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas). Un estudio de las Universidades de Stanford y Nottingham (2018) estimó que, a consecuencia del referéndum (2016), las inversiones en capital fijo en Inglaterra disminuyeron un 6% y el nivel de empleo bajó un 1,5%.
El artífice del referéndum fue el eufórico líder populista, Nigel Farage. La mayoría de los ingleses se arrepintió después de la votación que sumó un 50,8% de los votos a favor de los separatistas, frente a un 49,2% que sufragó por la permanencia en la UE.
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, al lamentar el retiro de Inglaterra, se refirió a cómo una implacable campaña de “mentiras, exageraciones, simplificaciones y promesas incumplidas” de los líderes populistas, determinó aquella mínima mayoría. Macron también alertó acerca de los desafíos que enfrentan las democracias ante la irrupción en la escena política de demagogos capaces de falsear la verdad para alcanzar el poder.
Los líderes europeos han asimilado con aplomo el golpe de la salida del Reino Unido. Después de la derrota del Nazismo y el Fascismo en la II Guerra Mundial, se forjaron lazos indelebles entre Inglaterra y Europa. El Reino Unido es, después de todo, la democracia más antigua del planeta. Los valores de democracia, seguridad social y economía social de mercado son compartidos por británicos y europeos.
Luce imposible el reingreso de Inglaterra a la UE en la actualidad, aun siendo la mejor opción para todos. Pero hagamos votos porque el Reino Unido se reinserte en el sistema de integración europeo más temprano que tarde.
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