Espacio publicitario

Con los años

El presentarnos tal y como somos, y no como quisieran los otros, es un acto de valentía, distinta a la de la juventud (que nace del ímpetu y de los ideales, transijo), pero no menos importante...

  • RICARDO GIL OTAIZA

16/02/2020 05:00 am

He sido durante toda mi vida bastante reservado en cuanto a mi intimidad, jamás me he dado a la tarea de estar contando aquí y allá lo que fui, lo que soy y lo que aspiro ser, sin embargo, con el correr de los años me he flexibilizado un tanto, y ahora suelto sin sonrojo cuestiones que estaban muy guardadas en mi interioridad bajo siete llaves. Creo que es la edad la que nos hace más permeables ante la realidad, y nos vamos convirtiendo en límpidos espejos en los que se puede avizorar el camino recorrido, sin más preámbulo (ni reticencia) que las exigencias propias del decoro personal. 

Termino de escribir (luego de varios años de trabajo) un libro autobiográfico, del género memorialístico, en el que me desnudo ante el lector, mostrándome con honestidad hasta el extremo de la confidencia. No dudo en afirmar que, de toda mi obra (que llega a los 34 libros publicados), ha sido el más duro de escribir. No fue fácil contar lo que ha sido mi vida (nada novelesca por cierto) sin el tamiz del intelecto, que suele actuar más o menos como una careta para ocultar el verdadero rostro. Reconocer nuestra naturaleza humana de manera descarnada es un ejercicio de introspección complejo, que requiere dejar de lado atavismos, lugares comunes y prejuicios, y echar mano de todo aquello que permanece inédito ante los demás. 

Por otra parte, el año pasado llevé también un libro diario, y hoy me doy a la fatigosa tarea de transcribir en el ordenador lo que anoté en mi agenda (debí hacerlo directamente en el aparato, pero el indio acata al año, decimos en Mérida). Por cierto, he publicado algunos fragmentos de este diario en tres artículos de mi columna en El Universal, y la experiencia ha sido de una catarsis emocional y espiritual única. Muchos lectores me han hecho comentarios y sus palabras me empujan a seguir transcribiendo hasta alcanzar las 365 páginas que sudé en el convulso (y muchas veces cruel) 2019. Lógicamente, el acotado espacio de la columna me obliga a reducir cada página a su mínima expresión, pero mi ejercicio de striptease ante mis lectores me resulta un atrevimiento divertido (y algo vergonzoso).

El jueves de esta semana me entrevistó una querida periodista de la emisora ULA-FM y, por si fuera poco tanto desnudo en tan corto tiempo, me fui de lengua y conté aspectos de mi familia y personales que años atrás hubiese sido imposible que los narrara sin ponerme colorado. Mientras hablaba sin desparpajo y con una emoción creciente, me decía ese íncubo (o súcubo) que llevamos dentro: ¿qué haces Ricardo?, pero seguí adelante. La entrevista será radiada el sábado de la próxima semana y será colgada en la Web (para quienes deseen enterarse de mis “interioridades”). El próximo martes otra buena amiga, periodista también de mi amada universidad, me entrevistará también: espero aplicar continencia verbal para no tener de qué arrepentirme luego (jeje).

El paso de los años nos va despojando de ropajes, de vanaglorias y de subterfugios, hasta dejarnos “inermes” frente a los demás. Sin embargo, esa presunta debilidad es también una fortaleza, porque nos permite mostrar con cierta diafanidad aquello que otros, con menos edad (y menos experiencia y arrojo), pueden hacer. Decir aquello que muchos callan es un arma poderosa, porque la palabra es en sí un portento. El presentarnos tal y como somos, y no como quisieran los otros, es un acto de valentía, distinta a la de la juventud (que nace del ímpetu y de los ideales, transijo), pero no por distinta menos importante. 

@GilOtaiza

rigilo99@hotmail.com
Siguenos en Telegram, Instagram, Facebook y Twitter para recibir en directo todas nuestras actualizaciones
-

Espacio publicitario

Espacio publicitario

Espacio publicitario

DESDE TWITTER

EDICIÓN DEL DÍA

Espacio publicitario

Espacio publicitario