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Si mis libros hablaran

Mario Vargas Llosa afirma en su libro "La verdad de las mentiras", que la literatura llena los vacíos de la existencia...

  • RICARDO GIL OTAIZA

26/01/2020 05:00 am

He leído tanto en mi vida, que si por algún artificio quitaran de mí esas lecturas, dejaría de ser quien soy. Mario Vargas Llosa afirma en su libro La verdad de las mentiras, que la literatura llena los vacíos de la existencia. Tal vez sea así, pero podría matizar la frase diciendo que la literatura complementa la vida, la impregna de mundos insospechados, a veces imaginarios, que hacen efervescencia en nuestro interior para reconfigurar la noción de lo que somos, y de nuestra perspectiva en este mundo.

Creo estar enfermo de literatura, como dijo alguien por ahí que ya ni recuerdo (quizá Vila-Matas; tal vez, un personaje de fábula), y esa “afección” le dio una cosmovisión a mi devenir hasta fusionarme en una suerte de artificio, en el que he vivido lo que he leído, y muchas de las cosas que me han pasado en la supuesta realidad, a veces pienso que solo las he leído, y voy a los textos en su penosa búsqueda.

Esa fusión entre realidad y ficción es parte consustancial de mi existencia, porque de lo contrario sería un ser unidimensional, al que solo le han ocurrido cuestiones previsibles y demasiados lugares comunes. Por la literatura sé que en cada uno de mis libros me he mostrado aunque de manera tangencial, y cada uno de ellos da fe de mis pasos por la Tierra. Quien me lee me conoce y sabe que en cada texto hay mucho de mí. 

En el banco me encontré con un exalumno y noté en su rostro un cariño que no se puede inventar, sino que aflora, no sólo con palabras, sino con gestos y con la luz de la mirada. Me dijo que se ha hecho amante de la literatura, que acaba de comprar dos de mis libros (En el tintero, volúmenes I y II), y que hace teatro. En medio de la conversación me expresó que se ha desnudado en el escenario, y mientras lo decía pensaba que para mí sería cuesta arriba hacerlo frente a un público, por esa inseguridad que he tenido con mi cuerpo, pero de inmediato me corregí y me dije que quien escribe se desnuda ante el lector, y ese desnudo no es “fugaz” como el del escenario, sino que las páginas lo eternizan.

Si mis libros hablaran dirían lo mucho que he soñado con ellos en mis manos; que me he perdido en las brumas del deseo, del anhelo y de la conquista de nuevos territorios. Dirían de mis alegrías y de mis tristezas, de mis miedos pero también de mis certezas; de mis planes y proyectos y del llanto frente a lo inefable. Contarían de las historias y de las páginas que ellos me han ayudado a escribir (o a desear poder algún día alcanzar), y cómo he cambiado hasta el día de hoy desde que me interné temeroso y dubitativo frente a mi primer libraco, hasta llegar a un presente en el que nado en sus aguas con mayor soltura.

Si mis libros hablaran contarían de mi compleja historia: esa que se me hace difícil expresar con mis propias palabras por el temor a acrecentar el ego. Dirían que alguna vez fui una promesa, y que por mi exacerbado pesimismo creo no haber superado esa dulce etapa cuando esperaba tanto de mí; cuando creía poder alcanzar elevados cielos sin la nefasta sensación de caerme a mentiras; cuando creía en el país y en el mundo y que ellos me aguardaban sin más a la vuelta de la esquina; cuando escribía sin parar con la inaudita sensación de lanzar botellas al mar que algún día alguien recogería.

Aún no sé si alguien halló por fin esas botellas, pero mis libros quedan como testigos de excepción de mi intento, aunque en el ínterin se fuera una buena tajada de vida. 
 
@GilOtaiza

rigilo99@hotmail.com
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