Fase 1 del Acuerdo China–Estados Unidos
La firma de este acuerdo también obliga al mundo a repensar y reconocer el papel de China. Esta fase es una oportunidad para dar forma a nuevas reglas de las organizaciones multilaterales...
Los mercados mundiales respiran con la firma del acuerdo, correspondiente a la fase uno de las negociaciones comerciales entre China y Estados Unidos, hoy se reduce la incertidumbre generada por la tensa relación sostenida durante los últimos dos años entre las dos economías más grandes del mundo.
Según dicho acuerdo, China deberá aumentar las importaciones desde EEUU en por lo menos 200 mil millones de dólares; también tomar medidas que permitan abrir más sus mercados; fortalecer la protección de los derechos de propiedad intelectual, y en el peor de los casos reducir, la transferencia tecnológica forzada; y finalmente aumentar la transparencia de su política cambiaria. Mientras EEUU, tendrá que recortar a la mitad los aranceles que impuso durante 2019, llevándolos al nivel de 2018; y facilitar las inversiones chinas en el sector productivo estadounidense. En este sentido, los dos gobiernos alcanzaron acuerdos en ámbitos donde ya habían tomado decisiones y tenían claro su situación. Pero que aún esperaban por un esfuerzo de transparencia entre estas economías.
Por un lado, China había iniciado, mediante la promulgación de leyes, las reformas políticas que le permitirán liberalizar la inversión extranjera directa (IED), prohibir las transferencias tecnológicas forzadas y facilitar que las instituciones financieras de propiedad extranjera operen en el país. Y, por otro lado, EEUU ya había reconocido que su economía se encuentra en pleno empleo, y ello significa, que requiere de IED y tiene a las empresas chinas como una opción para impulsar su aparato productivo.
La conclusión de esta fase uno del acuerdo, muestra que Estados Unidos y China cuidan sus intereses y, ello es de suma importancia a la dinámica global. El papel preponderante de estas economías había sumergido inversiones, expectativas de mercado y negociaciones en un profundo abismo, sin embargo, a pesar del pánico sobre China y la política estadounidense, todavía hoy el mundo favorece el mantenimiento de relaciones económicas, políticas y comerciales. Luego de dos largos años de confrontaciones, ambos países ahora entran en una nueva fase de acercamiento que les puede hacer bien.
Para resolver la disputa comercial entre EEUU y China se necesitó de un enfoque pragmático. El punto de partida fue que ambos países debieron dejar espacio entre sí para llevar a cabo una política interna que permitiera atender las inquietudes nacionales, responder a los efectos indirectos externos de las políticas internas de los demás, así como reducir las externalidades generadas por la propia confrontación. La política de destruir al vecino se corrigió, y las políticas nacionales con efectos colaterales se negociaron. De esta manera se blindó el acuerdo, porque si se incumple, la parte afectada negativamente puede usar la política interna para salvaguardar sus intereses.
Dividir las negociaciones en fases fue consistente con esta idea. En esta primera fase se trataron temas relacionados con el comercio y la inversión transfronterizos. Y la segunda fase abordará asuntos estructurales, particularmente los subsidios y el papel de las empresas estatales en China, además de las restricciones a las transferencias tecnológicas en EEUU.
La firma de este acuerdo también obliga al mundo a repensar y reconocer el papel de China. Esta fase es una oportunidad para dar forma a nuevas reglas de las organizaciones multilaterales. China es un actor muy importante dentro de la comunidad internacional, la búsqueda de sus intereses ha generado consecuencias a nivel mundial. Por ello, esta fase de acuerdos entre EEUU y China son de gran importancia, el país asiático muestra sin temor su responsabilidad como creador de normas y tendencias dentro de un mundo cada día más interconectado.
@ajhurtadob
Según dicho acuerdo, China deberá aumentar las importaciones desde EEUU en por lo menos 200 mil millones de dólares; también tomar medidas que permitan abrir más sus mercados; fortalecer la protección de los derechos de propiedad intelectual, y en el peor de los casos reducir, la transferencia tecnológica forzada; y finalmente aumentar la transparencia de su política cambiaria. Mientras EEUU, tendrá que recortar a la mitad los aranceles que impuso durante 2019, llevándolos al nivel de 2018; y facilitar las inversiones chinas en el sector productivo estadounidense. En este sentido, los dos gobiernos alcanzaron acuerdos en ámbitos donde ya habían tomado decisiones y tenían claro su situación. Pero que aún esperaban por un esfuerzo de transparencia entre estas economías.
Por un lado, China había iniciado, mediante la promulgación de leyes, las reformas políticas que le permitirán liberalizar la inversión extranjera directa (IED), prohibir las transferencias tecnológicas forzadas y facilitar que las instituciones financieras de propiedad extranjera operen en el país. Y, por otro lado, EEUU ya había reconocido que su economía se encuentra en pleno empleo, y ello significa, que requiere de IED y tiene a las empresas chinas como una opción para impulsar su aparato productivo.
La conclusión de esta fase uno del acuerdo, muestra que Estados Unidos y China cuidan sus intereses y, ello es de suma importancia a la dinámica global. El papel preponderante de estas economías había sumergido inversiones, expectativas de mercado y negociaciones en un profundo abismo, sin embargo, a pesar del pánico sobre China y la política estadounidense, todavía hoy el mundo favorece el mantenimiento de relaciones económicas, políticas y comerciales. Luego de dos largos años de confrontaciones, ambos países ahora entran en una nueva fase de acercamiento que les puede hacer bien.
Para resolver la disputa comercial entre EEUU y China se necesitó de un enfoque pragmático. El punto de partida fue que ambos países debieron dejar espacio entre sí para llevar a cabo una política interna que permitiera atender las inquietudes nacionales, responder a los efectos indirectos externos de las políticas internas de los demás, así como reducir las externalidades generadas por la propia confrontación. La política de destruir al vecino se corrigió, y las políticas nacionales con efectos colaterales se negociaron. De esta manera se blindó el acuerdo, porque si se incumple, la parte afectada negativamente puede usar la política interna para salvaguardar sus intereses.
Dividir las negociaciones en fases fue consistente con esta idea. En esta primera fase se trataron temas relacionados con el comercio y la inversión transfronterizos. Y la segunda fase abordará asuntos estructurales, particularmente los subsidios y el papel de las empresas estatales en China, además de las restricciones a las transferencias tecnológicas en EEUU.
La firma de este acuerdo también obliga al mundo a repensar y reconocer el papel de China. Esta fase es una oportunidad para dar forma a nuevas reglas de las organizaciones multilaterales. China es un actor muy importante dentro de la comunidad internacional, la búsqueda de sus intereses ha generado consecuencias a nivel mundial. Por ello, esta fase de acuerdos entre EEUU y China son de gran importancia, el país asiático muestra sin temor su responsabilidad como creador de normas y tendencias dentro de un mundo cada día más interconectado.
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