El reto del periodismo es ser equilibrado. Informar sin compromisos, pese a que nuestra conciencia siempre nos esté buscando condicionar. Es un pulso continuo y perpetuo. Por ello el periodista ha de inhibirse de sus pasiones, para buscar brindar una información veraz y balanceada al lector que no tiene (ni debe) pensar igual que él.
El buen periodismo es muy difícil de conseguir. No solo en Venezuela, sino también a nivel planetario. Pocos son los medios de comunicación que batallan contra factores internos y externos para conservar una autonomía imparcial. En España se me ocurre pensar en La Vanguardia, en Inglaterra en la BBC. En Venezuela, El Universal quizá sea el que mejor logre el cometido. Y no me refiero a un periodismo de investigación, ya que de esto se encargan muchos otros y de manera excepcional. Y, además, la imparcialidad investigativa es totalmente falaz, cuando el propósito inicial de una investigación es descubrir algo, para luego determinar culpas. En cambio, el del periodismo informativo, se encarga solo de presentarlas. Y no valorarlas.
Periodismo y Estado
Soy contrario, en general, a la idea de que un medio de comunicación sea controlado por el Estado; para propaganda política existen los partidos. Pese a ello, existen casos afortunados de madurez en donde la separación entre Estado, gobierno y partido está tan consolidada que pueden darse medios de comunicación públicos que no se dejen permear por el gobierno de turno. Es el caso de la BBC, que hace un periodismo de calidad sin demostrar afinidad política. De hecho, la única que tiene es con la corona, cosa que es natural. Puesto que la monarquía es la representación del Estado y de la estabilidad institucional.
En las democracias que carecen de instituciones fuertes pasa al contrario. Lo vemos con nuestro caso, en donde la red pública es tan masiva que pocas ventanas privadas quedan para la crítica. Al menos cuando del espacio radioeléctrico nacional se trata. Cosa que ha impulsado la creación de un sinfín de sitios web que se encargan de contrarrestar la propaganda de gobierno. La mayoría de ellos, sin embargo, pecan de lo mismo que buscaron destruir: un periodismo desbalanceado que no brinda una información apropiada, ni real.
Telesur
En el ámbito internacional se me ocurre el caso de Telesur. Este medio fue concebido bajo una idea de integración política regional. Sobran ejemplos de porqué fallan estas integraciones. Y es que el continente latinoamericano cambia alianzas cada vez que la política interna gira de derecha a izquierda. Es un juego de mesa en donde cada vez que un actor cambia se busca reiniciar el juego.
Volviendo al caso de Telesur, un canal que surge de esta manera está naturalmente condenado a morir. De hecho, sana sería su muerte. Ya que demostraría que existe una alternabilidad en los gobiernos y dejaría la enseñanza que los medios comunicacionales no deben de caer en manos de los intereses partidistas. Telesur firmó su acta de defunción junto a la de nacimiento. Se sabía que un cambio en la política regional pondría fin al experimento comunicacional. Ahora, se busca mutar, cambiando su sede a Miami y recibiendo fuerte apoyo estadounidense. El resultado será el mismo: porque cambiar de médico no sirve cuando se sigue optando por ignorar la enfermedad.
BBC
Nuestro caso latino no sorprende tanto como el que leímos esta semana de Inglaterra. Pues Boris Johnson tiene como objetivo liquidar a la BBC convirtiéndola en un simple canal cultural que se dedique a los documentales. A los populistas siempre les ha molestado el buen periodismo, puesto se encarga de desenmascarar las mentiras y desmontar los discursos. Nadie podría acusar a la BBC de ser un medio de izquierda, ni tampoco de derecha. Solo Johnson en su locura se le ocurriría convertirla en un Fox News inglés. O quizá en un Telesur, porque al final de todas el populismo puede cambiar el discurso, pero no sus métodos.
@NelsonTRangel
www.netrangel.com
nelsontrangel@gmail.com
El buen periodismo es muy difícil de conseguir. No solo en Venezuela, sino también a nivel planetario. Pocos son los medios de comunicación que batallan contra factores internos y externos para conservar una autonomía imparcial. En España se me ocurre pensar en La Vanguardia, en Inglaterra en la BBC. En Venezuela, El Universal quizá sea el que mejor logre el cometido. Y no me refiero a un periodismo de investigación, ya que de esto se encargan muchos otros y de manera excepcional. Y, además, la imparcialidad investigativa es totalmente falaz, cuando el propósito inicial de una investigación es descubrir algo, para luego determinar culpas. En cambio, el del periodismo informativo, se encarga solo de presentarlas. Y no valorarlas.
Periodismo y Estado
Soy contrario, en general, a la idea de que un medio de comunicación sea controlado por el Estado; para propaganda política existen los partidos. Pese a ello, existen casos afortunados de madurez en donde la separación entre Estado, gobierno y partido está tan consolidada que pueden darse medios de comunicación públicos que no se dejen permear por el gobierno de turno. Es el caso de la BBC, que hace un periodismo de calidad sin demostrar afinidad política. De hecho, la única que tiene es con la corona, cosa que es natural. Puesto que la monarquía es la representación del Estado y de la estabilidad institucional.
En las democracias que carecen de instituciones fuertes pasa al contrario. Lo vemos con nuestro caso, en donde la red pública es tan masiva que pocas ventanas privadas quedan para la crítica. Al menos cuando del espacio radioeléctrico nacional se trata. Cosa que ha impulsado la creación de un sinfín de sitios web que se encargan de contrarrestar la propaganda de gobierno. La mayoría de ellos, sin embargo, pecan de lo mismo que buscaron destruir: un periodismo desbalanceado que no brinda una información apropiada, ni real.
Telesur
En el ámbito internacional se me ocurre el caso de Telesur. Este medio fue concebido bajo una idea de integración política regional. Sobran ejemplos de porqué fallan estas integraciones. Y es que el continente latinoamericano cambia alianzas cada vez que la política interna gira de derecha a izquierda. Es un juego de mesa en donde cada vez que un actor cambia se busca reiniciar el juego.
Volviendo al caso de Telesur, un canal que surge de esta manera está naturalmente condenado a morir. De hecho, sana sería su muerte. Ya que demostraría que existe una alternabilidad en los gobiernos y dejaría la enseñanza que los medios comunicacionales no deben de caer en manos de los intereses partidistas. Telesur firmó su acta de defunción junto a la de nacimiento. Se sabía que un cambio en la política regional pondría fin al experimento comunicacional. Ahora, se busca mutar, cambiando su sede a Miami y recibiendo fuerte apoyo estadounidense. El resultado será el mismo: porque cambiar de médico no sirve cuando se sigue optando por ignorar la enfermedad.
BBC
Nuestro caso latino no sorprende tanto como el que leímos esta semana de Inglaterra. Pues Boris Johnson tiene como objetivo liquidar a la BBC convirtiéndola en un simple canal cultural que se dedique a los documentales. A los populistas siempre les ha molestado el buen periodismo, puesto se encarga de desenmascarar las mentiras y desmontar los discursos. Nadie podría acusar a la BBC de ser un medio de izquierda, ni tampoco de derecha. Solo Johnson en su locura se le ocurriría convertirla en un Fox News inglés. O quizá en un Telesur, porque al final de todas el populismo puede cambiar el discurso, pero no sus métodos.
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