Tenemos una urgente necesidad de cambiar nuestra perspectiva de la vida, si queremos que todas las cosas negativas que están ocurriendo cumplan un propósito... ¡positivo! ... aunque nos suene extraño. Dicho de otra forma: hoy en día tenemos múltiples problemas que nos acosan con persistencia, ante esa realidad que en general no controlamos, nos quedan dos opciones: 1. O vemos solo lo negativo de dichos problemas, cómo nos atribulan y nos arruinan la vida, y por tanto posiblemente comenzaremos a ser partícipes activos de esos problemas y de sus efectos; 2. O nos esforzamos por buscar con empeño los aprendizajes positivos que podríamos obtener de esos problemas. Entre las más provechosas de esas lecciones estarán el indagar si uno mismo ha tenido que ver en la generación de dichos problemas, sea desde su origen o a posteriori, debido a la reacción que uno ha tenido a ellos. De esta forma, hasta podríamos encaminarnos a lograr soluciones verdaderas a dichas dificultades, según la medida en que esto dependa de nosotros. Y en el peor de los casos, si mi actitud no es determinante a nivel global, por lo menos lo será en mi entorno cercano, el cual podrá también empezar a cambiar favorablemente.