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Triste balance

La democracia venezolana en apenas 20 años se ha transfigurado en una dura autocracia.

  • MIGUEL BAHACHILLE

20/01/2020 05:00 am

Los menores de 30 años, o quizás de más edad, por mandato cronológico, no disponen de suficiente sinopsis personal para cotejar su futuro con el que tuvieron sus mayores. Pero sí saben que Venezuela antes del 2000 era una nación muy diferente. Hoy vivimos en ciudades deterioradas, inseguras, sin suministros ni servicios, carentes de fuentes de trabajo y obras sociales. El joven está al corriente, porque lo sufre, cómo el régimen persiste en conducirlo hacia un estatus de carencia y atraso hincándose en un falso orgullo nacional ataviado de fervor revolucionario. Debe asimilar que el progreso en revolución es diferente al de “la burguesía despótica”. Que en este orden rebelde, muy superior, se lucha por la emancipación espiritual del pueblo sometido hasta 1999 por el consumismo capitalista. ¿Quée?

¿Qué queda?
En el proceso de destrucción ha habido una grave erosión de los derechos civiles. La democracia venezolana en apenas 20 años se ha transfigurado en una dura autocracia. Parcelas con poder definen quienes son los protagonistas válidos para ejercer la política y los que han perdido el derecho de participar cívicamente. Buena parte de la heredad nacional y del tradicional paisaje institucional se sigue descalabrando al ritmo que lo hace la esperanza del pueblo. Hasta se va perdiendo el respeto por la memoria de quienes sí forjaron la verdadera libertad del país.

El gobierno voltea hacia otro lado ante el desgarramiento de familias completas que a diario migran buscando superar el mundo de pobreza que ha instaurado en el país. Ahora que la mayoría ve todo más claro, es cuanto más debemos aferrarnos a la esperanza con el trabajo asertivo; no recurriendo a fantasías inútiles inventadas por los fantasiosos que lejos de activarnos nos inmoviliza.

¿Seguridad?
El gobierno habla de seguridad cuando la requiere para sus propósitos absorbentes. Todo el mundo sabe que no se trata de seguridad para proteger al ciudadano de la delincuencia, corrupción y del hambre, sino de sistematizaciones repletas de animosidad contra “enemigos de la revolución”. Venezuela, con sus fallas, era un ejemplo de libertad ante el mundo. La denuncia pública por abusos del poder, corrupción y otros eran debatidos públicamente por multiplicidad de medios. Hoy la prensa nacional ni siquiera se atreve a noticiar casos de familias disgregadas que huyen del hambre y la pobreza. ¿Seguridad?

¿Qué hacer?: ¿migrar?
En los últimos 20 años solo dos presidentes han ocupado el Palacio de Miraflores. Es lo más parecido a las autocracias tropicales que tanto daño causaron en Latinoamérica. ¿Puede alguien sentirse feliz por ello? Nada cambiará mientras no se conforme un real contexto democrático que “dé descanso” a la soberbia de los petulantes de redes y mueva el piso de “los fingidos” de siempre. Mientras persiste la ineficaz discusión respecto de “la salida”, las humildes venezolanas que migran son brutalmente maltratadas y hasta aceptan que de forma peyorativa llamen “bebé-anclas” a sus hijos nacidos fuera del país. Algo parecido a lo que sucede con las proles de ilegales que nacen en territorio norteamericano.

El epílogo
Mientras la población venezolana, valga el término, “se descapitaliza moralmente” y de manera acelerada para beneplácito del régimen, la representación política democrática sigue buscamos salidas en tercerías fantasmales. La élite encarnada por grupos empresariales y medios de comunicación que encantada coreó a Chávez, tuvo una habilidad espantosa para inducir al pueblo a votar contra sus mejores intereses. Esa élite, hoy sepultada o exilada del mundo político y comunicacional, carece de potestad moral para distinguir, mucho menos conceptuar, recetas que arbitren entre ganadores y perdedores. Todo el país es perdedor. El pobre, más del 80% del país, que se desgarra a diario para proteger a su familia del hambre, inseguridad y maltrato, no está disponible para seguir oyendo patochadas inservibles.

miguelbmer@gmail.com
@MiguelBM29
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