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Vulnerabilidades. El líder tóxico

Un principio que no debe olvidarse es que el ocupar una posición relevante debería tener como uno de los requisitos el compromiso con el liderazgo positivo.

  • ALFREDO YUNCOZA

20/01/2020 05:00 am

Todo sistema de seguridad debería tener como su génesis un análisis de riesgos. Es la forma más acertada, eficiente y objetiva de realizar inversiones de recursos orientados a la protección de los activos tangibles o intangibles de una organización.

Las diversas metodologías de análisis que existen tienen varios factores comunes entre ellos la identificación de las vulnerabilidades. Se trata de esas debilidades, esos lados flacos hacia el interior de las organizaciones, y que son aprovechadas por las amenazas para el logro de sus objetivos.

La cultura organizacional y todos los elementos que la conforman con frecuencia son campo de proliferación de vulnerabilidades, en este caso, de la mano del recurso humano que directa o indirectamente interactúa y hace vida. Las características del comportamiento que desarrolle cada elemento es clave cuando se trata de agregar valor o, por el contrario, de convertirse voluntariamente o no en cómplice de las amenazas.
 
Por lo general, la percepción más común es que para identificar las conductas negativas debe hacerse énfasis en los mandos medios o en el personal de base. Aunque es una práctica que no debe obviarse, está muy lejos de ser todo por hacer. Cuando orientamos nuestros esfuerzos hacia un solo grupo de personas por el simple hecho de ser numerosas, dejamos por fuera a quienes pudieran ser el origen de males mayores. Entre estos protagonistas están los líderes tóxicos.

En oportunidades, estar atento al contenido del discurso de un líder tóxico, es una de las maneras más fáciles de identificarlo. A través de los años, en experiencias con organizaciones de América Latina he escuchado expresiones como las siguientes: “al final todo el dinero que asignemos a la seguridad no va a incrementar la rentabilidad del negocio”, “mientras yo sea el dueño una mujer no será gerente de seguridad en esta empresa”, “aquí el único responsable de la seguridad es el gerente”, “no voy a gastar en capacitar un vigilante cuando al fin y al cabo se va a ir en cualquier momento”, “podemos instalar unas cámaras dañadas y así engañamos al delincuente y ahorramos dinero”, “ya sé que como gerente deja mucho que desear pero el hombre es simpático”, “lo que pase afuera no me interesa, lo que suceda de las puertas para adentro sí es de mi interés”. ¿Qué tienen en común todas expresiones? Que fueron realizadas por dueños de empresas, directores o titulares de altos cargos de organizaciones.

El liderazgo positivo
Un principio que no debe olvidarse es que el ocupar una posición relevante debería tener como uno de los requisitos el compromiso con el liderazgo positivo. Los cargos deberían ser alcanzados esencialmente por méritos, pero los nexos familiares, los compromisos políticos, la escasez de candidatos y hasta la corrupción tienen sus niveles de influencia en muchas oportunidades. Cuando eso sucede el enfoque en cubrir los perfiles profesionales idóneos pasa a un segundo plano.

Podría decirse entonces que al final es un problema esencialmente de los accionistas o de la junta directiva, pero no es así. Cuando el modelaje negativo se evidencia en la alta dirección, los efectos “cascada” (hacia abajo) y “bola de nieve” (cada vez más grande y a más velocidad) no van a tardar en manifestarse. Un líder que no cumple las normas de seguridad “por ser el jefe”, deja abierta la posibilidad que “cualquier otro jefe” haga lo mismo. Y el subestimar la capacidad de observación de quienes los rodean es un grave error. Los colaboradores, sean trabajadores, contratistas, proveedores o la comunidad cercana, van a identificar al líder negativo y lo que es peor, a convertirlo en ejemplo a seguir.
 
He tenido casos en los que ciertas conductas frecuentes que van en contrasentido de los valores de una organización tienen como fuentes a miembros de la alta dirección. La impunidad tiene el efecto de propagarse a una alta velocidad y a contribuir a la multiplicación de comportamientos poco deseados por la mayoría. Basta con que un pequeño grupo “se contagie” e inicie actuaciones negativas y no se tomen acciones a tiempo para que el clima organizacional se impacte.

Una organización donde, por ejemplo, se permite una cultura del relajo, donde “todos somos amigos”, donde las desviaciones a las normas no tienen consecuencias o donde “al jefe se le permite todo”, se está labrando a pulso un camino de fracasos que es ambiente ideal para las amenazas. Se puede ver si se quiere, como un proceso auto destructivo, más lento o rápido de acuerdo con el caso, pero con un final nada feliz.

Cuando se desea llevar adelante un emprendimiento o de liderar una organización, no es sólo un asunto de lograr resultados a toda costa ya que no aplica “el fin justifica los medios”. Se debe asumir el compromiso de liderar positivamente, de ser ejemplo que seguir, de formar parte activa en la conformación y consolidación de una cultura donde la seguridad es un valor. Todo ello es posible, entre otros, cuando lo que se dice y lo que se hace, son claramente coherentes.

ayuncoza@gmail.com

@alfredoyuncoza
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