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De nombres y apellidos

Se quiera o no, el nombre te condiciona la vida. Así lo demuestran muchos estudios recientes: tu carrera, labor, éxito profesional, destreza pasional e, incluso, la cantidad de años que vives...

  • NELSON TOTESAUT RANGEL

19/01/2020 05:00 am

Según la Biblia, Abram cambió su nombre al de Abraham ya que en hebreo significa “padre de multitudes”. Y es que, se quiera o no, el nombre te condiciona la vida. Así lo demuestran muchos estudios recientes: tu carrera, labor, éxito profesional, destreza pasional e, incluso, la cantidad de años que vives. Todo podría estar resuelto entre las letras de tu nombre. Extraño, pero es así.

En nuestro mundo hispano es moneda común nombrar a los hijos con el nombre del padre. Sin embargo esta práctica, si bien generalizada, es poco recomendada por los especialistas en la materia. Ya que, portar un nombre repetido, te pre-selecciona una vida ya vivida. Merma tus intereses y limita la visión que puedas tener. Casos, todos conocemos. Familias de médicos o abogados que se llaman igual. No es una usanza sana, sino todo lo contrario. Incluso, debería de estar prohibida por la innecesaria presión que le agrega a un infante y la predisposición total e inicial que le coloca desde muy temprano en su vida.

Los apellidos, en cambio, surgen para poder establecer familias sin mayores confusiones. No hace tanto (hablando en términos históricos), en el mundo hispano, Díaz era el hijo de Diego, Pérez de Pedro, Fernández de Fernando, por decir algunos ejemplos. Esto se conoce como apellidos patronímicos y complicaban muchísimo al momento de conducir investigaciones genealógicas.

El peso del apellido
No obstante, el apellido también puede llegar a condicionar la vida de una persona. Casos interesantes los tenemos con el apellido “Hitler”, cuyos miembros decidieron cambiarlo, convirtiéndose así en los Stuart-Houston. También lo hizo el hijo de Pablo Escobar, que optó por llamarse Juan Marroquín. Algunos en cambio optaron por dejarlo, como es el caso de los Mussolini o Franco. Sea cual sea, el peso del apellido es tan fuerte que parece cargar fantasmas familiares, sin siquiera quererlo.

Ejemplos más antiguos los podemos ver en la novela La Ciudad Escarlata, de la escritora holandesa Hella Haasse. Aquí narra la desesperación que vive Giovanni Borgia, por el simple hecho de llevar el apellido familiar. Él mismo dice: “Borgia soy; dos veces, tres veces Borgia quizás. Para los demás, mi procedencia es un enigma; para mí es un secreto, más aún, una fuente de suplicios (…) El que quiere resumir en una palabra la miseria de los tiempos que corren, el deterioro de Roma, la decadencia de Italia, escupe su resentimiento: ‘Borgia’”.

Es indudable que las distinciones deberían de ser empleadas, sobre todo cuando no se comparte nexo familiar. Pero también es cierto que resulta complejo cuando existen apellidos fuertes que supeditan tu manera de pensar. Esto es lo que sucede hoy en día en Italia con el apellido “Salvini”. Y sobre todo cuando existen dos políticos que comparten apellido y partido, más no son familia. Y es que no podemos olvidar la propuesta del diputado toscano Roberto Salvini de meter a las mujeres en vitrinas para aumentar el turismo regional. Tampoco el reciente bullying de Matteo Salvini a un chico con dislexia, a través de una red social.

El caso de Matteo fue de esta semana, cuando Sergio Echamanov, un joven de 21 años se viralizó al momento de enredarse en sus palabras. El estudiante sufre de una aparente condición que, entre otras cosas, lo hace lento en el discurso. Buscó improvisar y falló. Pudo haber escrito sus palabras y practicado las mismas, pero se dejó llevar por el calor político del momento y las masas que aclamaban en contra de la Lega. La burla, era de esperarse de las hordas inclementes de las redes sociales. No así de un referente político (ex ministro, además) que aspira dirigir un país. De esto pecó Salvini, de recordarnos una vez más que es un bully peligroso que no representa los ideales de una sociedad.

Giovanni, en su interminable angustia, decía siglos atrás: “ningún nombre en Italia tiene peor fama que el de Borgia”. Hoy en día existe otro, así que podría finalmente reposar.

@NelsonTRangel

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