Como sabemos, el pasado 9 de enero, la Comisión Médica de la Congregación de la Causa de los Santos en la Santa Sede, aprobó por unanimidad el hecho no explicable médicamente de la curación de la niña Yaxury Solórzano de las heridas sufridas tras un disparo en la cabeza y que se atribuye a la intercesión del Dr. José Gregorio Hernández. Esto abre el camino a la beatificación inminente del Venerable.

José Gregorio fue una persona normal: fue un niño que nace en un pueblo de Trujillo, de una familia sencilla; surge en el tiempo, mediante el estudio, el trabajo y su dedicación como médico prestigioso y competente. Fue un académico que se preocupó por formar escuela y entregar su legado científico y práctico a otros jóvenes, un hombre pleno de fe y compasión que se dedica a todos, pero con preferencia a los más necesitados de la Caracas de comienzos del siglo XX; un hombre con una inquebrantable fe en el Señor Jesucristo, en la Eucaristía y en la fuerza de la oración. Un hombre normal, culto, que le gustaba la música, el baile, y las diversiones sanas de entonces. Como se ve este futuro santo es un modelo de venezolano, ciudadano, estudiante, hombre de servicio, cristiano, profesor y hombre de familia. Es la santidad, obra de Jesucristo, en un hombre normal. Es un ideal de venezolano.

Por eso, hay que ver al Dr. José Gregorio Hernández como un “camino de esperanza”. Es un modelo de santidad en la vida corriente. En la calle, en la casa, en el vecindario, en el consultorio, en el trato con sus colaboradores, en la atención profesional de sus pacientes, en la compasión y apoyo a los más necesitados, en la oración y en la tierna e indispensable devoción a la Madre de Jesucristo. Es la santidad del hombre de “a pié”.

Dios bendiga a Venezuela en este año 2020 con la beatificación del Dr. Hernández, ejemplo de excelencia, virtud y caridad.

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