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El hablar y escribir bien es un adorno de la personalidad

El idioma es vital en periodistas, intelectuales, profesores, publicistas y abogados

  • ALEJANDRO ANGULO FONTIVEROS

12/12/2019 05:00 am

El gran genio Sigmund Freud, cuando se publicaron por vez primera sus obras completas en versión española, escribió en Viena, en 1923, al traductor López Ballesteros:

“Siendo yo un joven estudiante, el deseo de leer el inmortal “Don Quijote” en el original cervantino me llevó a aprender, sin maestros, la bella lengua castellana. (…)”.

En verdad es una bella lengua y, además, muy lógica. Sin ser especialista en la materia –ni mucho menos– propondré un ejemplo sobre esa lógica idiomática, que me parece muy bueno en cuanto al acierto en la naturalidad de muchas frases para su mejor u óptima comprensión: en español (único idioma que con gran sentido lógico establece tal norma) los signos de admiración e interrogación deben ser dobles, o sea el signo de abrir la frase u oración y el signo de cerrarlas. El uso del doble signo (de comienzo y cierre) es utilísimo para entender al inicio si la frase –sobre todo si es larga– es interrogativa o implica una exclamación. Esa utilidad se hace mucho más evidente cuando se lee un texto, para la mejor entonación (evidenciar que se pregunta) y debida corrección.

En cambio hay otros idiomas no tan claros y para decir “yo voy” dicen “yo vengo”; o para decir “¿quieren ir?” dicen “¿quieren venir?”: unos están en Caracas y dicen “la fiesta va a ser en Margarita”; y de inmediato preguntan “¿Quieren venir?”. Es lamentable que hay muchos criollos que no usan aquellos signos para principiar las frases, sino sólo al terminarlas. Es muy probable que estén influidos por el prurito imitativo que hizo exclamar al magnílocuo Blanco Fombona: “¡Éste es un país de imitadores!”. Por qué si es una bella lengua la castellana –al decir de Freud– ¿no se la respeta ni cuida al hablarla o escribirla? En el educar es básica la corrección al hablar y escribir. Máxime en abogados o “letrados” o “Sabios, doctos e instruidos” (DRAE). El adecuado uso idiomático es carta de presentación.

El gran filólogo español y “poeta universitario” Pedro Salinas, enseñó: “Educar lingüísticamente al hombre es despertar su sensibilidad para su idioma, persuadiéndole de que será más hombre y mejor hombre si usa con mayor exactitud y finura ese prodigioso instrumento de expresar su ser y convivir con sus prójimos”. El Nobel Cela expresó: “La lengua es la más eficaz de todas las armas y la más rentable de todas las inversiones”. El ilustre Unamuno puntualizó: “La lengua es hoy el principal patrimonio de los pueblos hispánicos.” Lázaro Carreter indicó: “El lenguaje nos ayuda a capturar el mundo, y cuanto menos lenguaje tengamos, menos mundo capturamos”. Calvo Sotelo discurrió así: “Velar por la limpieza, el rigor y el sonoro esplendor de los vocablos. (…) en modismos, acentos, locuciones y vocablos existe un diferencial notable entre el castellano de la Península y el de los veintiún países americanos que se expresan en la lengua originaria de Cervantes y de Bolívar”.

Ya que Calvo hizo mención del Libertador, aclaro que no es erróneo escribir “del Libertador”, puesto que no se le tituló como “El Libertador” sino como “Libertador”: oí a un talentoso y alto funcionario condenar en su programa de TV a Güaidó por escribir “libertador” y escribió que lo debió llamar “El Libertador”. La censura –y muy fuerte– debió ser por escribir “libertador” ¡en minúscula! En realidad ha mucho se le nota –a Güaidó– que no es en absoluto un admirador del americano más importante del siglo XIX (BBC dixit) y por eso no sigue su vida ejemplar.

El Libertador, gran escritor, también revolucionó el español. Carreter, ex director de la Real Academia Española, enseñó: “En la lengua de un hispano culto y políglota como fue Simón Bolívar, abundan muchos (sic) vocablos que tardarían en entrar en el ‘Diccionario’. (…) Así, emplea normalmente ‘patriota’, en documentos de 1812, vocablo al que no dará entrada nuestro principal vocabulario hasta 1817: utiliza en 1813, ‘terrorismo’, término que (…) la Academia no lo hace hasta 1869, advirtiendo, con evidente desfase, que ‘es voz de uso reciente’. Bolívar usa ‘liberticida’ en 1826, que no llegará a nuestro Diccionario hasta 1931, más de un siglo después. (…) Recurre a ‘diplomacia’ en 1825; aquí tardó 7 años en asomarse a nuestro léxico. Y ‘congreso, rifle y complot’ bastante antes de que fueran consideradas por la Academia”.

El buen uso idiomático permite desenvolverse mejor e influir porque aporta una evidente distinción social. Es verdad que aquí se erradicó el analfabetismo (Unesco); pero también hay el analfabetismo funcional o no entender lo que se dice o escribe. Son muchos los errores y a veces pareciera haber el morbo de disfrutar al retorcer algunas palabras como “golpear” y dicen “golpiar”. Lo peor es barbarizar el idioma –como es usual– por la radio o TV. En VTV una de las principales periodistas o locutoras, puesto que leyó un comunicado oficial del Gobierno “en enérgico rechazo” de un manifiesto extranjero, leyó ¡“en energético rechazo”! ¿O fue que le dieron el texto así?

aaf.yorga@gmail.com
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