Desde que decidí regresar a la práctica de la medicina clínica, me he encontrado con una amable coincidencia. En todos los trabajos y organizaciones, en todos los cargos mis superiores han sido mujeres. No debería causar ninguna sorpresa este hecho. Si tomamos en cuenta que la escolaridad femenina en nuestros países, hace mucho tiempo que superó a la masculina.
Algunas de ellas pueden ser mencionadas en este pequeño escrito. Otras tantas no, aunque solo sea por razones de espacio. Desde la buena gestión de un servicio de salud municipal, hasta el manejo de unidades clínicas muy especializadas. Las colegas sirven ofreciendo lo mejor de su quehacer profesional. Siempre acompañado, por el grado de humanidad que ofrece el talante femenino.
Frente al cáncer
Corresponde hacer referencia a la valentía de las mujeres médicos con las que he tenido la oportunidad de trabajar los últimos años. Hace falta una fortaleza especial y una profunda convicción, para tratar a personas con enfermedades oncológicas. Más si tomamos en cuenta que en la actualidad es poco lo que se puede ofrecer en nuestro medio, a los pacientes con afecciones hematoncológicas. Se necesita una probada virtud para insistir y ser perseverantes, en llevar adelante a personas enfermas con una baja expectativa de vida.
En la consulta de hemato-oncología del Banco Municipal de Sangre, encargada a las doctoras Borrego, Da Costa y La Cruz, hemos sido testigos de verdadera heroicidad. Las responsables de esta consulta, admiten que no son una excepción. Pensamos que no lo son porque hay verdadera abnegación y empeño en muchos otros servicios. Pero el trabajo realizado es excepcional. Atender adecuadamente, a más de 200 pacientes todas las semanas. Sin quejas estériles. No buscando culpables sino soluciones. No conformándose con medias tintas. Sin escapar por evasión. No arrimando el bulto. Asumiendo la responsabilidad con constancia. Con calidez humana y competencia científica. Significa toda una escuela que agradecer.
jagamez@icloud.com
Algunas de ellas pueden ser mencionadas en este pequeño escrito. Otras tantas no, aunque solo sea por razones de espacio. Desde la buena gestión de un servicio de salud municipal, hasta el manejo de unidades clínicas muy especializadas. Las colegas sirven ofreciendo lo mejor de su quehacer profesional. Siempre acompañado, por el grado de humanidad que ofrece el talante femenino.
Frente al cáncer
Corresponde hacer referencia a la valentía de las mujeres médicos con las que he tenido la oportunidad de trabajar los últimos años. Hace falta una fortaleza especial y una profunda convicción, para tratar a personas con enfermedades oncológicas. Más si tomamos en cuenta que en la actualidad es poco lo que se puede ofrecer en nuestro medio, a los pacientes con afecciones hematoncológicas. Se necesita una probada virtud para insistir y ser perseverantes, en llevar adelante a personas enfermas con una baja expectativa de vida.
En la consulta de hemato-oncología del Banco Municipal de Sangre, encargada a las doctoras Borrego, Da Costa y La Cruz, hemos sido testigos de verdadera heroicidad. Las responsables de esta consulta, admiten que no son una excepción. Pensamos que no lo son porque hay verdadera abnegación y empeño en muchos otros servicios. Pero el trabajo realizado es excepcional. Atender adecuadamente, a más de 200 pacientes todas las semanas. Sin quejas estériles. No buscando culpables sino soluciones. No conformándose con medias tintas. Sin escapar por evasión. No arrimando el bulto. Asumiendo la responsabilidad con constancia. Con calidez humana y competencia científica. Significa toda una escuela que agradecer.
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