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El descubrimiento del niño

En nuestro país, existiendo biológicamente niños, es entre 1936 y 1939 que el Estado venezolano reconoce al niño como sujeto de derechos y crea, en consecuencia el Consejo Venezolano del Niño

  • REINALDO ROJAS

21/10/2019 05:00 am

El niño y la infancia, como sujetos de derecho, son en Venezuela un descubrimiento del siglo XX. Para entender esta afirmación es necesario asumir la niñez no sólo como un fenómeno biológico, sino también como una representación colectiva, como una construcción social. ¿Qué es un niño? Biológicamente, es una etapa en el desarrollo orgánico del ser humano. Pero para el historiador francés Philippe Ariés, el niño y la infancia son inventos surgidos en la Europa del siglo XVIII, los cuales tienen que ver con el surgimiento y evolución de la familia moderna y la implantación de la educación escolarizada. 

Visto así, cada civilización ha tenido su concepto del niño y del adulto. En su libro El niño y la vida familiar en el Antiguo Régimen, Ariés nos habla del descubrimiento de la infancia en el siglo XVII, ya que hasta ese momento –nos dice– “el arte medieval no conocía la infancia o no trataba de representársela”. En aquella sociedad no existía espacio para la infancia. 

En nuestro país, existiendo biológicamente niños, es entre 1936 y 1939 que el Estado venezolano reconoce al niño como sujeto de derechos y crea, en consecuencia el Consejo Venezolano del Niño, acontecimiento institucional que queremos recordar en momentos en que la familia venezolana y, en consecuencia, la niñez viven una situación de grave deterioro. 

El Dr. Pastor Oropeza, autor de El niño, libro pionero en este campo publicado en 1935, fue uno de los fundadores de la puericultura venezolana y figura clave en la decisión política del gobierno del general Eleazar López Contreras de combinar la acción oficial preventiva y curativa sobre la salud del niño con la creación de una institución que debía encargarse de la vigilancia moral y social de la niñez. 

Pléyade de médicos pediatras
Producto de esta convicción es que se crean en 1936 el Instituto Nacional de Puericultura y el Consejo Venezolano del Niño. Más tarde, en 1939, con las directrices establecidas en el Primer Congreso Venezolano del Niño, realizado en Caracas en 1938, el CVN se reorganiza bajo el liderazgo de una pléyade de médicos pediatras encabezados por los doctores Pastor Oropeza, Gustavo H. Machado, Espíritu Santos Mendoza y Lya Imber de Coronil, contando con educadores como el Profesor Olinto Camacho, futuro director del Instituto Pedagógico Nacional, también fundado en 1936. 

Todas estas son obras del gobierno del general Eleazar López Contreras, quien en un escenario de dificultades generadas por el conflicto social y político en que estaba sumido el país tras la muerte del general Juan Vicente Gómez, había buscado el concurso de los mejores profesionales del país para echar adelante su “Programa de Febrero”. Esta política de protección al niño se completa en 1937 con la inauguración del Hospital Municipal de Niños de Caracas, luego transformado en Hospital de Niños J. M. de los Ríos. 

Frente a la amenaza que significa para el país el crecimiento de la pobreza, la cual ha pasado del 48 % en 2017 al 51 % en el 2018 según los datos de Encovi, y al recordar la fundación del CVN, queremos llamar la atención acerca de lo que significó para Venezuela el esfuerzo de aquellos hombres y mujeres que echaron las bases doctrinarias de una política pública dirigida a atender por primera vez al niño y a la infancia. 

Darle al niño
Efectivamente, en 1942, el Octavo Congreso Panamericano del Niño, celebrado en Nueva York, aprobó la “Declaración de Oportunidades para el Niño”, documento que en su momento orientó la acción del CVN en base a darle al niño la oportunidad de vivir en el seno de una familia estable que le permitiera crecer rodeado del cariño y la disciplina indulgente de la vida familiar; la oportunidad de vivir en un ambiente saludable, contando con los elementos de una vida sana y correcta; la oportunidad de recibir una educación integral para su formación mental, física y espiritual; la oportunidad de aprender a asumir responsabilidades y tomar parte en la vida de la colectividad; la oportunidad de hacer uso de sus facultades creadoras ocupando sanamente su tiempo libre; la oportunidad de poder incorporarse a la vida de la colectividad, alejándose del vicio y de las conductas delictivas; en fin, la oportunidad para realizarse como ser humano en una sociedad próspera y democrática. 

Como se sabe, el Consejo Venezolano del Niño dio paso al Instituto Nacional de Atención al Menor y más tarde al Sistema de Protección de Niños y Adolescentes. Ha crecido la legislación, se ha diversificado la atención al niño, pero la familia ha entrado en crisis y han aparecido nuevas formas de conductas delictivas que amenazan al niño. ¿Qué ha pasado? La respuesta nos involucra a todos. Tal vez mirando hacia atrás podremos saber cuándo perdimos el rumbo. 

enfoques14@gmail.com 

@reinaldorojashistoriador
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