Así ya desde el anuncio presidencial, los gobernadores oficialistas están dedicados por entero a la extracción del oro de la mina que el Ejecutivo le entregue. Por eso no veremos la conversión del oro “en divisas para beneficio del pueblo”. Tampoco la inversión o gasto público regional en compras en Venezuela que sostengan o impulsen las economías locales, pues “se tendrá un desarrollo acelerado para la adquisición de bienes y servicios en el comercio exterior”. Teniendo presente el ecocidio en el Arco Minero en el estado Bolívar por la violenta e irracional explotación aurífera, muy posible se repita para mal de todos los estados con mina. 

Todo esto al tiempo que el Fondo Monetario Internacional estima que este 2019 la inflación alcance a 200.000% (¡la más alta del mundo!) y la economía sufrirá una contracción de 35%. Mientras, para 2020 pronostica una inflación de 500.000%, una tasa de desempleo del 50,5%y una caída del PIB de al menos 10 % con respecto a 2019. 

A espaldas de la debacle que han causado, la “fiebre del oro” contagia a todos los que sean gobierno o colaboracionistas y los dejen convertirse en mineros. Ninguno de ello se ocupará o tendrá que hacer con “la crisis humanitaria y la implosión económica” que según el FMI “continuará teniendo un impacto devastador en la población”. Es “complicado establecer proyecciones” dice el FMI, lo que no aplica para el ciudadano común tras 20 años continuos de despilfarro, peculado, corrupción y desgobierno. Con tan terrible experiencia causante de hambre y miseria, cada quién sabe que las perspectivas económicas son nada alentadoras. Aún así es esperanzador, dada la aceleración del saqueo de la gran mina Venezuela, que quien aspire ser gobierno rentista de la riqueza fácil de la mina, ya no encontrará mina. Entonces habremos llegado al tiempo del trabajo productivo.

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