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Cataluña se desgarra

¿Es posible que Cataluña prospere como una república independiente? En primer lugar sería dificultoso sin un acuerdo del gobierno central y el parabién de la Unión Europea...

  • RAFAEL DEL NARANCO

19/10/2019 05:00 am

En tiempos de la edad juvenil intentaba uno leer sin pausa, tanto así que hubo autores que impregnaron al hombre de hoy. Tres se hallaban en primera línea y lo siguen estando: Curzio Malaparte, Stefan Zweig y Marguerite Yourcenar. Han pasado muchos otoños y esas páginas siguen morando sobre nuestro aliento y regresan ahora con más fuerza ante los sucesos en Cataluña, al contemplar la vuelta de un adanismo cicatero y retrógrado. 

En el texto “El Mundo de ayer” de Zweig -reminiscencias del vienés suicidado en la ciudad brasileña de Metrópolis en 1942 huyendo de Alemania en manos del fascismo más reaccionario-, hay unas letras que bien pudieran reflejar la situación del independentismo catalán. 

“Por mi vida han galopado todos los corceles amarillentos del Apocalipsis, la revolución y el hambre, la inflación y el terror, las epidemias y la emigración; he visto nacer y expandirse ante mis propios ojos las grandes ideologías de masas: el fascismo en Italia, el nacionalsocialismo en Alemania, el bolchevismo en Rusia y, sobre todo, la peor de todas las pestes: el nacionalismo, que envenena la flor de nuestra cultura europea”. 

Y uno, ante esas palabras, añadiría lo que Thomas Mann había aprendido de Goethe y que de los dos, George Steiner entregó el espléndido librito “La idea de Europa”, texto con un admirable prólogo de Mario Vargas Llosa en la Biblioteca de Ensayo de Siruela. 

Lo de Cataluña con respeto al resto de España –y lo hemos expresado en otras ocasiones- es una parodia intrínsecamente inicua y una actuación basada en un independentismo a un nivel barriobajero e irracional que se está demostrando estos días con más fuerza en Barcelona embarrilada. 

La España liberal actual no se merecía ese golpe bajo cuando el país catalán es la comunidad que mejor goza de libertades políticas propias en la actual Europa. Y ante esto, nada más indiscutible que cada sociedad fabrica su propia versión de la historia, esa que suele estar muy alejada de la verdad auténtica. 

Esta retahíla está alejada de la llamada verdad histórica, ya que cada cronista, dependiendo del bando en que se halle, sitúa sus propias melomanías sobre el pentagrama de los ardores pasionales. 

Una de las “verdades” que han vendido los independentistas, se basa en una resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas del 14 de diciembre de 1960, cuyo primer párrafo, del que se agarran, habla de “la concesión de la emancipación a los países y pueblos coloniales que persiguen libremente su desarrollo económico, social y cultural”. 

Conforme, pero a continuación el texto añade: “Todo intento encaminado a quebrantar total o parcialmente la unidad nacional y la integridad territorial de un país es incompatible con los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas”. 

El territorio español está formado por 17 comunidades autónomas, lo que lo convierte en un país descentralizado, siendo muy cierto que la mayoría de las regiones han tenido su propia historia y tradiciones, pero algunas apelan a un origen político más reciente. 

Y la pregunta de estos momentos: ¿Es posible que Cataluña prospere como una república independiente? En primer lugar sería dificultoso sin un acuerdo del gobierno central y el parabién de la Unión Europea. Es decir: que tras un referéndum nacional, los hispánicos aceptaran esa decisión. 

La unidad de Europa ha sido el acto más trascendental en todo su largo, complicado y ensalzado idealismo desde Carlomagno, el bien llamado “padre de Europa”. El imperio carolingio marcó una senda que llega a la Unión Europea de ahora mismo y, aunque cuenta con poderosos enemigos, seguimos creyendo sin medias tintas, que ha sido el acto más racional que los occidentales pudieron haber conseguido en toda su historia. 

La Europa de la unión es un crisol de imperecederos valores, y solamente mirando la grandeza de las ideas que han florecido en su continente y la florescencia intelectual de sus elevadas figuras, uno, ante esa crisis catalana con nula mirada hacia el futuro, volvería a encerrarse en las ideas de Dante, Tomás de Aquino, Shakespeare, Miguel Ángel, Leonardo Da Vinci, Cervantes, Goethe, León Tolstói, Dostoevski y, un poco más cerca, Malaparte, Stefan Zweig, Marguerite Yourcenar, Antonio Machado, Heidegger, Steiner, Claude Lévi-Strauss y lo dicho por Geoger Steiner: “que mientras existan cafés, habrá Europa”, y bien lo demostró Stefan Zweig en “Mendel el de los libros”, aquel personaje admirable que sentado durante años en un café de Viena, padece la total exclusión en esa mitad del siglo XX en que Europa estaba en guerra y la dignidad personal había dejado de tener sentido al ser acusado de colaborar con los enemigos del Imperio austrohúngaro. 

La exclusión que se está establecido en la Cataluña independentista mira sobre un palco colgado en el aire. 

 rnaranco@hotmail.com
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