Kahneman junto a Avos Tversky desarrolló una “Teoría de las Perspectivas”, según la cual las personas tomamos decisiones en situaciones de incertidumbre alejándonos de los principios de las probabilidades. Ellos bautizaron ese tipo de tomas de decisiones como “Atajos Heurísticos”. La importancia del enfoque de Kahneman radica en que contribuye a averiguar cómo se modelan los comportamientos no racionales en la política. Si a eso le agregamos el elemento de los medios de comunicación como formadores de opinión pública, el tema adquiere otra dimensión. Tratar de encontrar la relación entre los medios de comunicación y las decisiones políticas no racionales por medio de la modelación, resulta un trabajo fascinante. 

Adicionalmente el profesor de lingüística cognitiva George Lakoff en su obra Puntos de reflexión contribuyó a este debate de ideas con su concepto de “Marcos cerebrales”. Con él se trata de entender cómo funciona el cerebro en sus decisiones políticas. Su término de “bioconceptuales” se puede aplicar para enfocar las preferencias políticas de los indecisos, apáticos o llamados “ni-ni” en la Venezuela altamente polarizada de hoy. Además, sus investigaciones sobre las metáforas, que ayudan a estructurar algunos conceptos a partir de otros, resultan muy útiles para comprender las historias políticas de la actualidad. 

Por otro lado, el también profesor de la universidad de Berkeley, Manuel Castells, con su libro Comunicación y Poder nos acerca a la idea de que el poder no es un atributo, sino una relación. Con esta concepción podemos establecer un puente directo entre medios de comunicación y poder político, sobre todo si tomamos como cierto que “el poder se ejerce mediante la construcción de significados partiendo de los discursos a través de los cuales los actores sociales guían sus acciones”. La construcción de esos significados se comparte a través de los medios de comunicación, y los discursos definitivamente son mejor difundidos por los medios masivos de comunicación. Debemos tratar de entender desde estos enfoques cómo pensamos, y de qué manera los valores en nuestros cerebros inciden en nuestras posiciones políticas. 

Nosotros los de temperamento latino como que tomamos mucho más los “atajos heurísticos” de Kahneman, por tanto nuestras decisiones políticas las hacemos alejándonos de los principios de las probabilidades. Votamos por quien sabemos no es el mejor candidato, sino por el que nos cae más simpático. Por eso el populismo no ha muerto. Lula Da Silva sigue siendo muy aplaudido en Brasil, la Kirchner desea volver al poder en Argentina y todo indica que lo puede lograr, Correa declara que “si es necesario que yo sea candidato, lo seré” aprovechando el malestar en Ecuador. 

Es posible que nuestros “marcos cerebrales” nos inclinen al candidato que más nos regale cosas. En esa relación “Castelliana” del poder probablemente existe una sumisión voluntaria, un fuerte clientelismo político, y una extensa comodidad que raya en complicidad. Reflexionemos un poco sobre los discursos populistas, y encontremos el asombroso parecido entre todos ellos. 

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