La filosofía en la diplomacia
Es tiempo para la reflexión sobre una realidad mundial y los nuevos desafíos así como para una nueva filosofía de las Relaciones Internacionales en su estructura y funcionamiento.
El Siglo XXI se caracteriza por la crisis permanente en todos los órdenes y donde la Diplomacia y la Política Internacional parecieran haber perdido la brújula con permanentes conflictos y guerras silenciosas que siempre tienen como escenario final la amenaza nuclear y el posible uso de armas atómicas. Después de la II Guerra Mundial la bipolaridad con la referencia obligada a Moscú y Washington permitía un forzado orden mundial. Con la caída del muro de Berlín hace 30 años se afirmó la unipolaridad con el poder absoluto de EEUU pero también se inició el continuado choque de las civilizaciones proclamado por Samuel Huntington (1927-2008) y quedó clausurado el promovido fin de la historia del politólogo Francis Fukuyama (1952).
Más allá del Apocalipsis nuclear cuya primera expresión bélica fue Hiroshima y Nagasaki (1945) y su manifestación energética fue Chernóbil y Fukushima; hoy el Apocalipsis pudiera ser ecológico por el calentamiento global y la contaminación del planeta.
Se hace imperativo una nueva reflexión filosófica y un nuevo sendero para la humanidad tanto en su relación entre los hombres como frente a la naturaleza y a los desafíos del planeta. Es una exigencia espiritual y un imperativo del espíritu que se cuestiona y que se pregunta frente a los fenómenos del mundo. Es la manifestación más alta de la libertad junto a la extensa tradición de la filosofía tanto Oriental como Occidental, en la consideración sobre la vida humana para también tratar de otorgarle un sentido al mundo. Para eso es necesario conocer la historia de la filosofía ya que historia y filosofía son inseparables; aunque como afirma Hegel (1770-1831) cada sistema filosófico contiene al precedente y lo profundiza. Hoy más que nunca se hace fundamental la reflexión tanto en la filosofía de la política como en la filosofía de la diplomacia y de las relaciones internacionales incluyendo el mundo de la economía y las finanzas. Para Hegel la filosofía sobre estos y otros temas había adquirido su perfección y cierre en el siglo XIX pero evidentemente en esto se equivocó, debido a que los sistemas filosóficos continuaron y continúan y la reflexión de la prospectiva del hombre siempre estará presente. Así pasó, con el existencialismo y con toda la filosofía del siglo XX en el marco de la gran crisis europea, luego del desastre de las dos guerras mundiales.
Es cierto que en estos tiempos el pensamiento filosófico no tiene extraordinarias síntesis teóricas que estructuraron los conocimientos desde Plantón hasta Sartre (1905-1980) pero si hay multiplicidad de expresiones filosóficas en diferentes partes del mundo. Necesitamos de un nuevo pensamiento y sabiduría pero también de una nueva aproximación al mundo de la ciencia, la cual se caracteriza por una gran especialización y conocimientos fragmentarios. Por eso la filosofía debe reflexionar de nuevo sobre la ciencia y su tiempo como lo hacen pensadores como Edgar Morin y Michel Serres en adaptar la filosofía a la ciencia y al mundo de hoy con la visión integral y la convergencia de todos los conocimientos.
En la escuela y en la Universidad debemos continuar con la reflexión sobre el momento que vivimos pero también el compromiso ético de la convivencia y de la paz. La ciencia puede tener logros impensables con la tecnología de la información y comunicación, especialmente con la Inteligencia Artificial. Pero la filosofía debe darle el sentido con los valores de nuestro destino. Es la necesidad de la iluminación de una nueva aurora a la cual se refería Nietzsche para potenciar los descubrimientos de la razón y el sentimiento de felicidad.
Presenciamos las incidencias de las 74 Asamblea General de Naciones Unidas, los logros alcanzados por la comunidad internacional y la preocupación no sólo de políticos y diplomáticos por el tema ambiental sino la preocupación de las nuevas generaciones como es la denuncia dramática de la niña sueca Greta Thunberg; elogiamos la oportunidad de cambiar los campos de batalla por la confrontación intelectual y el discurso respetuoso de los Jefes de Estado y de los 193 gobiernos presentes… pero sentimos la ausencia de un compromiso sincero y compartido por la paz y la seguridad internacional, la insensibilidad de los grandes potencias ante la pobreza y la miseria de grandes grupos humanos, la incomprensión por la migración forzada, la hipócrita manifestación de voluntad por la paz cuando se siguen financiado proyectos para la guerra y la destrucción.
Es tiempo para la reflexión sobre una realidad mundial y los nuevos desafíos así como para una nueva filosofía de las Relaciones Internacionales en su estructura y funcionamiento.
Desde los griegos, con la Democracia en Atenas los cambios siempre sucedieron cuando la sociedad estaba en crisis. Recientemente en un encuentro entre escritores y pensadores en Cartagena el joven filosofo Wolfram Eilemberg señalaba que en estos tiempos revueltos son buenos los tiempos para la filosofía ya que esta abre horizontes y describe al mundo como debería ser y no como es. Debemos tomar la filosofía más que como una ciencia para estudiar como una forma de vivir.
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