Una influencia muy positiva
AGUSTÍN ALBORNOZ S. Todos y cada uno de nosotros influimos a las demás personas con quienes tenemos contacto, para bien o para mal. Más aún cuando se trata de personas que se destacan de alguna forma, como por ejemplo deportistas de distintas disciplinas.
AGUSTÍN ALBORNOZ S.
Todos y cada uno de nosotros influimos a las demás
personas con quienes tenemos contacto, para bien o para mal. Más aún cuando se
trata de personas que se destacan de alguna forma, como por ejemplo deportistas
de distintas disciplinas. Muchas veces podemos darnos cuenta de qué manera
influimos en las personas más cercanas en nuestras vidas. Pero usualmente no
nos percatamos de cómo influimos en los seres humanos que día a día se
encuentran con nosotros, sea temporal o frecuentemente. Entre los casos más
importantes de las personas en quienes influimos siempre tendremos a los niños con
los que tenemos contacto, sean de nuestra familia o no. ¿Por qué? Porque la
tendencia natural de los niños es imitar lo que ellos ven que otras personas
hacen, sin importar lo que uno les haya dicho que hagan. Y se va a hacer cada
vez más necesario que influyamos de las maneras más provechosas que podamos a
todos los niños que nos sea posible, tomando en cuenta que a su alrededor (y
más allá) tristemente hoy en día ellos están viendo muy malos ejemplos de
diversa índole y de distintos orígenes.
Por eso es imperativo que reconozcamos que nuestra vida
toca la de muchas otras personas día tras día, para bien o para mal, y,
especialmente en momentos de crisis, cada vez que podamos influirlos
positivamente de diversas formas estaremos contribuyendo a mejorar el ambiente
que nos rodea, para beneficio de todos. Y si estamos influyendo provechosamente
a algunos niños, no solo mejoraremos nuestro entorno, sino que también
estaremos haciendo un aporte relevante para un mejor futuro para esos niños.
Porque ellos representan ese futuro, además de que por un lado así
compensaremos de alguna manera esas malas influencias a las que ellos están expuestos
con frecuencia, y por el otro también los estaremos ayudando a conocer la otra
cara de la moneda, mostrándoles que lo malo que están observando no solo no es
lo único ni lo normal, sino que es solo eso, lo malo a lo que puede llegar un
ser humano si no se invierte en su formación espiritual, moral y ética. De ese
modo ellos se prepararán para hacer los cambios necesarios, y así poder construir
un futuro mejor para la sociedad en que van a vivir.
Una manera eficaz de influir a otras personas, en especial
a los niños, es mostrándoles la influencia tan positiva que significa dar a
otros. Y cuando decimos dar a otros nos referimos a dar de nuestros recursos y
dar de nosotros mismos, principalmente de nuestro aprecio, tiempo y esfuerzo,
aunque algunas veces también de nuestro dinero.
En la práctica podemos decir que hay tres maneras de
dar: dar a regañadientes, dar por obligación o dar de corazón. El que da a
regañadientes dice: "Tendré que hacerlo"; el que da por obligación:
"Tengo que hacerlo"; el que da de corazón: "Quiero
hacerlo".
Conozco de cerca al Director de una Fundación que se
dedica a la atención de adultos mayores, y quien, desde que lo conozco he visto
cómo "quiere hacerlo" cada día, ya que se entrega a sí mismo
plenamente todos los días en su trabajo para esas personas. De verdad es un buen ejemplo de dar,
especialmente de su aprecio, tiempo y esfuerzo. Uno tal que estimula a hacer lo
mismo a las personas que lo conocen y lo ven en acción. Y además que, como ya
hemos dicho de que la vida es un bumerán y que todo lo que se siembra en algún
momento se cosecha, cuando alguien se da a sí mismo de esa forma también recibe
mucho, de maneras a veces hasta milagrosas. Hace poco lo visité y conversando
con él me comentó de dos eventos que acababan de suceder: el primero días
antes, cuando una persona que él no conocía lo visitó y le dijo que quería dar
un donativo a la Fundación; cuando él me comentó esto me dijo que por la
apariencia del visitante no creía que eso era cierto, sin embargo le dio los datos
bancarios respectivos, y cuál fue su sorpresa que a los dos días de dicha
visita apareció en la cuenta un dinero que terminó siendo del visitante
descrito, quien al otro día lo visitó de nuevo y le explicó simplemente que a
él alguien lo había ayudado y él quería hacer lo mismo por otros. El segundo
evento ocurrió minutos antes de llegar yo a su oficina: vino un camión cargado
de cajas con cambures y piñas, se bajaron unos señores que él nunca había visto
y le dijeron que querían regalar esas cajas a los adultos mayores que residen
allí. Las bajaron y se fueron sin más explicación... toda una
"cosecha" pues. En fin que en la vida no se puede dar sin recibir, ni
se puede recompensar sin recibir a cambio una recompensa, además de que al dar,
si lo hacemos de corazón, vamos a dar dos veces: lo que estamos dando, y el
excelente ejemplo de hacerlo, cuya influencia puede cambiar el destino de una o
muchas personas.
Cuando he perseguido el dinero, nunca he tenido suficiente. Cuando llegó a
mi vida un propósito centrado en dar de mí mismo y de todo lo que llegó a mi
vida, entonces yo fui próspero Wayne Dyer
agusal77@gmail.com
@agusal77
@viviendovalores