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Coacción, sumisión

La modernidad, toda pretensión de verdad, como ilusión, mentira; el poder como causa de sí mismo. “¿Por qué me hace esto? Porque puedo”.

  • GUSTAVO LINARES BENZO

21/09/2019 05:00 am

Gobernaba la autocracia basada en la combinación de la coacción física y la sumisión a una superioridad tan grande, que parecía indiscutible y en consecuencia legítima. ¿No hay aquí una lección que aprende, en el sentido de la ‘voluntad de poder’ de Nietzche?”. Es el análisis brutal de Hobsbawn, historiador inglés, marxista, por cierto, sobre la situación mundial a finales del siglo XIX, en el cenit del imperialismo colonial europeo. 

Pareciera, sin embargo, que se refiere a Venezuela a finales de la segunda década del XXI. Coacción física, fuerza bruta, como pueden atestiguar tanto los presos políticos que se cuentan por centenas como cualquiera que intente protestar barrio adentro, por agua, luz o gas. Represión incontrolada, ilimitada. Sin límite alguno, así mismo, ni siquiera la sentencia más sagrada, la de excarcelación. 

Sumisión a una superioridad tan grande que parece indiscutible. El pueblo sometido a un poder de vida o muerte, el lago del CLAP como la marca de la bestia de que habla el libro del Apocalipsis, sin lo que no se puede comer. Sumisión jamás vista, al bravo pueblo lo amansaron, lo amansó Chávez y ahora lo somete su hijo. El pueblo amaestrado porque se le quitó buena parte de su fuerza al aislar entre sí, al generar odio y desconfianza, al dejar al hampa a su aire, país de pranes. 

Amansado porque se aisló a obrero de obrero, eliminando sindicatos y contratos colectivos para el nuevo Gran Empleador, el gobierno, que como patrono parece más bien amo. Mientras al común se le aplicaba toda la fuerza de la arbitrariedad, en el sector público el trabajador es pieza aislada, sin fuerza colectiva, con la soledad débil. 

Sumisión indiscutible y en consecuencia aparentemente “legítima”. “Legítima” de una manera exactamente contraria a la que se usaba en Venezuela antes de Chávez “legítima” porque es fuerza irresistible, implacable, insuperable. La legitimidad de lo fatal, del león en la selva. Es decir, legitimidad como concepto vacío, la legitimidad de los tiranos Kim en Corea del Norte, qué les importa ser legítimos. 

La voluntad de poder de Nietzche. La que inspiró a Hiltler, la necesidad de justificar el poder es una necedad. La modernidad, toda pretensión de verdad, como ilusión, mentira; el poder como causa de sí mismo. “¿Por qué me hace esto? Porque puedo”

@glinaresbenzo
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