Espacio publicitario

Prevención, educación y seguridad

El análisis de las crisis de diversa naturaleza e intensidad a nivel global, y más específicamente en América Latina, han permitido identificar factores clave de éxito...

  • ALFREDO YUNCOZA

16/09/2019 05:00 am

En algunas organizaciones y desde hace ya varios años, se ha hecho común que las primeras “víctimas” de las crisis en especial financieras sean entre otras, la educación y la seguridad. No es extraño que quienes lideran esas áreas se vieran ante la particular situación de decidir, cuáles de las partidas presupuestarias deben ser sacrificadas. Sin ánimo de juzgar las motivaciones de quienes ordenan estos recortes, debo destacar que cuando en oportunidades he conversado con miembros de la alta dirección, algunos aún consideran obvio que sean esas las unidades que primero se seleccionen, debido a que “no aportan tanto valor a los productos o servicios”. Por lo general, aunque en lapsos de tiempo variables, no va a pasar mucho para que la realidad les niegue la razón y se hagan evidentes los costos de estrategias erradas. 

Pero no es el caso exclusivo de las organizaciones, ya que hay líderes de algunos Estados que también acostumbran a ejercer esta práctica bajo la excusa “la educación no da votos”. Lamentablemente, es el comportamiento típico del político que no tiene interés en las acciones y consecuencias a largo plazo y sólo tiene su foco puesto en lo inmediato. Según datos del Instituto de Estadística de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), para el 2018 el mundo en promedio asignaba aproximadamente el 4,8% del PIB, para el gasto público en educación. Si seleccionamos América Latina los valores van desde el 12,8% (Cuba, 2010), hasta el 2% (República Dominicana, 2007), pasando por Haití (2,4%, 2016), Costa Rica (7,4%, 2017) o Belice (2,7%, 2017). Si bien hay diversos factores que inciden en el porcentaje que cada país asigna para la educación pública, no necesariamente más es mejor. Islandia asignó el 7,7% (2015), Suecia y Dinamarca el 7,6% (2016) y Finlandia el 7,1% (2015). La eficiente administración de esos recursos pasa por la transparencia, la calidad de los contenidos programáticos adecuados y la actualización permanente de los docentes, entre otros. 

En oportunidades que podrían calificarse de excepcionales, pero no por ello poco frecuentes, las crisis mal gestionadas han dejado una profunda huella en los países, lo que por ejemplo plasman Philip Haslam y Russell Lamberti en su libro “Cuando el dinero destruye las naciones”. Allí analizan detalladamente la hiperinflación que arruinó a Zimbabue y entre otros, los fatales impactos en la educación y la seguridad ciudadana de ese país. Es un texto que se hace interesante y fácil de consultar cuando se requiere de un reciente caso de estudio para evitar malas decisiones y diseñar mejores prácticas. 

Pero también las crisis mal gestionadas en las organizaciones generan consecuencias. Es entonces cuando al pasar de algún tiempo, el talento se ubica en otras organizaciones donde la capacitación permanente es valorada, aquel recurso humano que aún está activo mantiene conocimientos que aceleradamente pasan a ser obsoletos y en el área específica de la seguridad, empiezan a evidenciarse los efectos de una delincuencia que fue subestimada. 

No se trata de dejar por fuera a la capacitación y a la protección cuando situaciones apremiantes obligan a revisar la asignación de recursos. Se trata de no identificarlas a priori, y determinar con objetividad y la mayor precisión posible, cuáles son los niveles de apetito al riesgo que la organización está dispuesta a asumir, teniendo plena conciencia de las consecuencias en el caso que las amenazas logren materializar sus intenciones. 

El análisis de las crisis de diversa naturaleza e intensidad a nivel global, y más específicamente en América Latina, han permitido identificar factores clave de éxito. Entre ellas, se encuentra que el impacto de eventos o situaciones negativas puede ser mucho menor si con un enfoque preventivo, se han diseñado, implementado y monitoreado programas de capacitación que puedan mantenerse en diversos escenarios. Como lo mencioné antes, no necesariamente más es mejor, así como tampoco menos es sinónimo de ahorro. La creatividad, una visión abierta a la innovación la participación multidisciplinaria y la gestión del cambio contribuyen a generar propuestas que con los recursos iniciales potencien los resultados y contribuyan a alcanzar los objetivos de la organización. Todo ello contribuye a evitar la sensación de que procesos y hasta cargos son “sacrificables”, lo que podría incidir en la reputación y por ende en el clima organizacional. 

Si se promueve el mensaje que el recurso humano es el más valioso para las organizaciones, el verbo debe estar alineado con la acción. Las crisis tienen sus tiempos de duración de acuerdo con su naturaleza, pero las personas tienden a mantenerse y superarlas. 

En momentos difíciles, la reacción positiva, ineficiente o indiferente por parte de nuestros colaboradores, puede tener su explicación en malas decisiones donde la seguridad y la capacitación se vieron afectadas por ausencia de prevención, improvisación o ignorancia. 

ayuncoza@gmail.com
Siguenos en Telegram, Instagram, Facebook y Twitter para recibir en directo todas nuestras actualizaciones
-

Espacio publicitario

Espacio publicitario

Espacio publicitario

DESDE TWITTER

EDICIÓN DEL DÍA

Espacio publicitario

Espacio publicitario