Mientras la ruina económica y social se extiende a todos los ámbitos y estratos del país, el oficialismo se concentra en arremeter contra ciudadanos que osen reclamar la restitución de sus derechos como el de la salud. La dignidad del pueblo es cosa del pasado. El trato enredador que el régimen da a la inocultable crisis socioeconómica, se orienta sólo a manipular a los más débiles para “acostumbrarlos”, por ejemplo, “a regular su hambre” y sigan participando de la “gesta patriótica engendrada por el eterno”. La provisión del CLAP es “un paliativo socialista” que se inscribe en esa inhumana maniobra. Las largas colas para obtener “la cajita”, catalogadas por una “insigne chavista” como “sabrosas y serenas”, procuran proyectar una imagen de mediación consentida, no forzada, entre el pueblo y revolución para “felicidad de todo el mundo”.

Como en todas las autocracias, es preciso controlar los insumos de consumo diario, así como de la libertad ciudadana, a efectos de escudar el dominio material y psíquico sobre todo de los más necesitados. Por ello en dictaduras que se dicen de izquierda, sobre todo de tajadura arcaica, se hace indispensable intervenir los medios privados para impedir que continúen con “divulgaciones mentirosas” que perturban el “progreso revolucionario propiciado por “el eterno”. Los comités de cultura comunal y similar tendrán la tarea de divulgar la verdad respecto de la caridad humanitaria que hace feliz al pueblo.

El mundo fantástico conjeturado un confeso marxista como Chávez, deliberadamente aislado de la realidad, se complica hoy ante la inocultable desilusión del 80% de la población que no puede cubrir su alimentación diaria. Las peroratas repetidas por los pocos dirigentes chavistas que aún quedan, lejos de sintonizarse con los legítimos derechos del pueblo, están impregnadas de racismo, codicia e ignorancia. La mitad de esos discursos, algunos con tono cubano, no se corresponden con la singularidad del venezolano.

Mientras un gentío ronda por todo el país buscando sustentarse y cinco millones de compatriotas migran por la misma razón, el régimen describe a Venezuela como “el lugar más feliz del mundo”. Procura que el pueblo “siga entrenándose” para soportar la escasez e inseguridad como “costo forzado” del proceso revolucionario todavía inacabado. Que se olvide de lo vivido en “la cuarta” y se consolide con el actual estatus quo socialista. Cuba lo logró en 6 décadas bajo férrea “disciplina”; en Venezuela apenas han transcurrido 20 años.

Bastante. Las expectativas humanas del venezolano están en peligroso descenso. Parte del país opta por refugiarse en el cuento de la rana y el alacrán. Éste le pide a la rana que lo transporte al otro lado del río y en la mitad del trayecto la emponzoña muriendo los dos. La rana pregunta antes de hundirse por qué lo hiciste si ambos vamos a morir. Respuesta: “es la naturaleza inmutable del alacrán”. ¿Seguiremos inermes o apelando a parábolas similares como “los venezolanos somos así” mientras crece el hambre y la inseguridad?

La mayoría es prisionera, consciente o no, de gran cantidad de fullerías derivadas de las redes sociales. El desfallecimiento de la prensa libre en el país imposibilita que el ciudadano pueda recurrir a auténticas pesquisas periodísticas. El hegemónico y forzoso patrón propagandístico del régimen, liquidó buena parte de la variedad e información útil. Ésta ha sido suplantada por el ego, rumor y mentira de auto encumbrados que “frente a la computadora” no se perturban por injuriar a quien y cuando le venga en ganas. La desinformación caprichosa de los necios sólo favorece al régimen que disfruta la ausencia de criterios sesudos para examinar la realidad del país.

miguelbmer@gmail.com

@MiguelBM29