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Desaliento, arma de destrucción masiva

El desaliento lo propician quienes desean una desmovilización social, quienes desean ciudadanos sumisos, resignados, laboriosos y no conflictivos

  • ECCIO LEÓN R.

11/09/2019 05:00 am

Cuentan que las cosas del diablo no están escritas. Un día Dizque se iba a retirar de los negocios y puso en venta sus herramientas, muy desgastadas del tanto uso. Ahí las tenía, en fila india: el odio, la malicia, el rencor, la soberbia, la envidia, los celos, la mentira, el juego, la droga, el alcohol, el sexo desenfrenado. Y un poco hacia un lado, una aparentemente inofensiva, cuyo precio era muy superior al de todas las otras. ¿Cómo se llama? preguntó alguien.

Se llama desaliento. Este instrumento es mas útil que cualquier otro contestó el diablo. Con el desaliento puedo entrar en la conciencia del ser humano cuando todas las demás herramientas han fallado. Una vez adentro, con esta sola arma puedo llegar a hacer lo que desee con esa persona. Está muy gastada porque la utilizo mucho y con casi todo el mundo, y como muy pocos saben que me pertenece, puedo usarla continuamente para lograr mis propósitos concluyó.

En estos días, hay una creciente ola, cual si fuera un tsunami imparable, donde aparece alguien en los medios de comunicación alentando el desaliento. Sin embargo, la incitación al desaliento es muy anterior a esta crisis. A los ciudadanos, se les mutila con la idea de que tienen que resignarse ante un porvenir que ya está dado, que ya está fijado de manera inmodificable, como si el mañana se pudiera establecer de antemano, y como si ellos nada pudieran hacer al respecto. Y esta corrupción del ánimo no está perseguida por la ley.

¿Por qué ha adquirido tanto prestigio la debilidad? ¿Por qué esa queja constante de que ya nada se puede hacer, de que vamos a peor? ¿Quién tiene interés en alentar el desaliento? El desaliento lo propician quienes desean una desmovilización social, quienes desean ciudadanos sumisos, resignados, laboriosos y no conflictivos. El desaliento es una sofisticada trampa para extirpar cualquier asomo de contestación, de rebelión o de crítica contra lo que parece establecido de una vez por todas. Un decaído no se rebela contra nada, porque su visión de la realidad es que nada se puede hacer. Aunque el desalentado pueda opinar de todo, sus juicios se reducirán a describir los males del mundo, no a implicarse en la, según él, inútil acción de intentar cambiarlo.

El héroe desalentado es el que se ha rendido sin haber luchado. En esa rendición se concentra toda su heroicidad. La mejor arma para desalentar es, sin duda, el miedo. El miedo paraliza, ata sin ataduras visibles. La crisis se utiliza para mostrar que ni siquiera queda la huida. Una cebra puede escapar al galope del ataque de cualquier depredador y correr a un territorio más seguro. Pero a quienes atemorizan día a día con el discurso de que si se mueven estarán peor, les inculcan, a la vez, que no quedan espacios liberados o seguros donde refugiarse. ¡Qué gran mecanismo de control es el miedo! No sólo impide que la gente se rebele, proteste o reclame, sino que ahoga cualquier iniciativa emprendedora. ¿Para qué emprender si nada se puede hacer? Por eso, los controladores del pánico, se han lanzado a su yugular casi sin darle tiempo a tomar posesión del cargo, y le van a poner todo tipo de trabas a su labor. ¿Cómo van a permitir que les reste la capacidad de infundir pavor, o lo que es lo mismo, les quite su arma secreta de destrucción masiva? La crisis económica está siendo utilizada como argumento para fomentar la desmoralización y extirpar cualquier asomo de crítica.

Abramos de par en par las puertas al aire de la crítica, al pensamiento, a la reflexión, tan imprescindibles; pero ofrezcamos la máxima resistencia a dejar pasar el demoledor desaliento que beneficia a muy pocos y perjudica y ensombrece a todos.

Sí, así es, el talento está sufriendo en lenta agonía, ahora mismo, mientras leemos estas líneas. Se percibe en el ambiente, en las empresas, en las conversaciones callejeras, en los hogares, en el gris de muchas miradas. Ya no podemos lamentarnos con culpas sin sentido hacia ese ente llamado crisis, no lo podemos permitir más. Uno de sus perversos colaterales está siendo el reguero de desencanto y desaliento que está afectando ya a muchos profesionales. Corrupción, mentiras, enchufados ligados de parentesco, pasotismo social, conformismo barato. Toda esta negatividad está provocando que se desaproveche el valioso potencial de grandes personas talentosas. Éstas se sienten cada vez más frustradas ante la no aceptación de la meritocracia. Ya no sirve con un: ¡Vete de tu casa, de tu país, para labrarte un mejor futuro!. No, cuando queda, aunque sólo sea un poco de responsabilidad social y moral para con tu país, te indignas y mucho. No puedes más que enviar un mensaje de crítica, de auxilio, a los oídos sordos de los que tienen que decidir para solventar esta ruin situación.

En fin, el gran potencial, el talento más recuperable, sigue oculto en nuestras fronteras, agazapado, a la espera de su momento. Sólo nos queda desear que aún no sea demasiado tarde y que cuando el timbre de la puerta suene, alguien todavía ilusionado aparezca al otro lado. Y al que recibiremos afectuosamente con un: “Adelante señor Talento, entre usted a su casa y sea usted muy bienvenido, hace tiempo que le estábamos esperando”.

@el54r
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