Cuántas veces oímos al Presidente Chávez o al mismo Maduro tachar de “fascista” a todos aquellos gobernantes o políticos que no compartían sus ideas, tratando de identificarse como abanderados del antifascismo en América Latina.

Sin embargo, y para evitar malos entendidos, me parece importante aclarar que existen dos tipos de antifascismo: el antifascismo democrático y el antifascismo… revolucionario! El primero tiene como objetivo fundamental luchar en contra de ese autoritarismo típicamente “ fascista” para instaurar nuevamente la libertad, para crear una verdadera descentralización del poder, para que se produzca una periódica alternancia en la conducción del país, en otras palabras para reestablecer un sistema auténticamente democrático donde los tres poderes del Estado, o sea Ejecutivo, Legislativo y Judicial, sean de verdad autónomos y puedan ejercer un control recíproco, características que, por supuesto, no existen en un régimen fascista, en ese mismo régimen que Benedetto Croce, famoso filósofo italiano del siglo pasado apodó “un paréntesis triste de la historia italiana”.

El “antifascismo revolucionario”, en cambio, no solamente no lucha para esas conquistas liberales que hemos mencionado, sino que representa más bien un peligro oculto pero siempre presente para la verdadera democracia porque mira a suplantar un totalitarismo de derecha por una dictadura de extrema izquierda, con todas las consecuencias deletéreas que eso conlleva y que más de cien años de historia han demostrado. Y el prototipo por antonomasia de ese “antifascismo revolucionario” desde siempre ha sido el partido comunista o, si queremos actualizarlo, el “socialismo del siglo XXI” cuyo lema programático, bajo una falsa pantalla de democracia, es “quítate tu que me pongo yo”, reafirmando aquello de que “el remedio es peor que la enfermedad”.

Ese “antifascismo revolucionario” entonces es un fenómeno completamente antidemocrático que tuvo su momento de auge en la Italia del postguerra cuando, con el apoyo económico y armamentístico de la URSS los comunistas trataron, afortunadamente sin éxito, de reemplazar el ex totalitarismo mussoliniano, o sea el fascismo, por una dictadura del proletariado.

Desde ese momento histórico entonces, es tristemente normal que la extrema izquierda tilde de “fascistas” a todos aquellos que se oponen al intento de instaurar un régimen popular en el país. Es por eso que en la Cuba castrista y, por ende en nuestra Venezuela, con frecuencia esos “gusanos contrarrevolucionarios” -así los llamaba Fidel Castro- que han tenido la osadía, pero también el amor patrio de oponerse a la dictadura comunista, vengan acusados de fascistas por el régimen.

Ahora bien, después de esa breve disertación sobre el concepto de “antifascismo”, yo quisiera concluir con una pregunta: Ese “antifascismo” propagado por Chávez y ahora por Maduro, ¿es un antifascismo democrático o revolucionario? Que cada quien en su propia conciencia y liberándose de todo preconcepto ideológico, trate de darse una respuesta!

Desde Italia –

p.montanaritigri@fastwebnet.it