¡Con convicción!
Hoy día todo lo queremos para ya, pero resulta que los procesos importantes en la vida exigen tiempo, hasta la gestación de un bebé requiere de 9 meses
Vivimos en una sociedad que rechaza las verdades absolutas y acepta cualquier opinión como si todas fueran igual de acertadas. El problema no es que la gente en general no crea en nada, sino que más bien cree en todo. Cuando carecemos de la perspectiva divina, que es lo que usualmente sucede, tendemos a seguir nuestras inclinaciones naturales, las cuales de paso se acentúan hacia varios aspectos negativos cuando estamos en medio de una crisis, y a mayor crisis mayor es esa propensión. Es por ello que necesitamos desarrollar fuertes convicciones respecto a lo que es realmente más importante en nuestras vidas.
Analicemos cuatro tendencias que sobresalen en la sociedad actual, y que obstaculizan el desarrollo de las fuertes convicciones que precisamos en esta época: 1. El inmediatismo para todo, en especial cuando se trata de exigir resultados. Hoy día todo lo queremos para ya, pero resulta que los procesos importantes en la vida exigen tiempo, hasta la gestación de un bebé requiere de 9 meses. Asimismo, la formación de hábitos valiosos y el progreso de convicciones fundamentales precisan de tiempo, es más, todo lo realmente valioso en esta vida necesita de tiempo para formarse y dar resultados positivos; 2. El relativismo que se ha aceptado como lo normal, que todo depende de cómo lo quiere ver cada quien, no como lo que es en sí mismo. Hemos llegado al punto de aceptar que cualquier cosa es normal según lo que piense cada persona. Cuando en realidad lo que no está del todo bien no está bien, no importa quién lo diga o haga. Además de que el número de personas, sean muchas, pocas o todas, que consideren algo como cierto, como correcto y/o como valedero no influye para nada en el hecho de que lo sea o no; 3. El prestar auténtica atención a lo menos importante, y no prestarla a lo que de verdad sí importa. Como muchas veces en esta época se banaliza nuestra existencia, ocurre que tenemos convicciones fuertes en temas que son los menos importantes, ejemplo los equipos deportivos que nos gustan, la moda, etc, mientras que tenemos convicciones muy débiles sobre los temas que son fundamentales, como por ejemplo los que se refieren a qué está bien y qué no está bien, en especial a los ojos de Dios; 4. La carencia de límites saludables en las relaciones entre las personas. Debemos fomentar convicciones sobre lo que es correcto estableciendo límites para ciertas conductas, de paso respaldando esos límites con consecuencias cuando se trasgreden los mismos. Por ejemplo ¿cuántos matrimonios se habrían salvado si una esposa hubiese cumplido la amenaza de si no dejas de beber (o volver a casa a la medianoche, o golpearme o gritarle a los niños), ¡Me iré de casa hasta que recibas algún tratamiento! Otro ejemplo: Cuántas vidas de jóvenes adultos habrían cambiado para bien si sus padres hubieran cumplido su amenaza de no más dinero si renuncias a otro trabajo sin tener otro empleo o no te puedes seguir quedando en casa si sigues tomando alcohol (o drogas).
Los cuatro aspectos descritos a la vez se ven reforzados generalmente por dos características comunes en ellos: la falta de dedicarle tiempo de calidad suficiente a su análisis y ejecución, y la privación de ser más esforzados en ellos; a diferencia de cuando se trata de hacer dinero, porque para esto usualmente sí se dedica todo el tiempo y esfuerzo necesarios, a veces en exceso.
Por otro lado, tenemos que convencernos de que a través de nuestro libre albedrío podemos perjudicar y hacer daño a otras personas. Y que ese hecho va a tener consecuencias para nosotros también. Una forma de hacerlo es cuando no nos percatamos de que al nosotros cooperar de alguna manera con el mal en cualquiera de sus formas, estamos estableciendo precedentes para que niños, adolescentes y jóvenes vayan creciendo y avanzando en sus vidas pensando que esa actitud es normal, y luego por tanto ellos actúen como si en efecto lo fuese. Por lo que debemos estar claros en que tenemos una gran responsabilidad en establecer lo que de verdad está bien y lo que no lo está, y la vida en algún momento nos demandará esa responsabilidad. Para ello precisaremos de referencias sólidas, como lo son los valores y su vivencia continua.
Además, algo de lo que deberíamos cuidarnos, y bastante, es de estar continuamente en contra de principios y valores básicos, porque al hacerlo casi sin darnos cuenta vamos perdiendo la convicción y la fe de vivirlos, hasta que nos debilitamos tanto que comenzamos a transigir respecto a ellos y poco a poco comenzamos a ver esto como algo normal; y así comienzan a llegar las consecuencias de tal comportamiento, que de seguro no nos gustarán.
En fin, nunca vamos a solucionar nuestros problemas eludiéndolos o haciendo como si solo fuesen de otras personas, o como si no existieran. Asumamos con coraje nuestras responsabilidades, y así de paso mostraremos un valioso ejemplo a seguir para las nuevas generaciones.
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