Lo incoherente
No hemos llegado a adaptarnos a la más reciente carencia, cuando aparece una nueva calamidad que no podemos cubrir. Es una carrera contra lo absurdo, de una situación que no muestra límite.
“Es evidente que la mente se divierte con lo incoherente, cuando no hay idea, ni directa ni indirecta, de incomodidad. Por qué se divierte con lo incoherente es, en realidad, una pregunta muy profunda, y no iremos más allá con tales preguntas hasta que adoptemos una actitud completamente distinta respecto de toda la historia del hombre; hasta que tengamos la paciencia de respetar un gran número de misterios, como misterios, y aguardemos una explicación que realmente explique, en lugar de saltar a cualquier explicación que lo único que hace es salir del paso.” (G.K. Chestereton).
¿Cómo nos seguimos divirtiendo, a pesar de los pesares? ¿Por qué parece que estamos muy distraidos, mientras la realidad se nos viene encima? No pretendemos dar respuesta definitiva a ninguna de estas interrogantes. Simplemente nos permitimos el beneficio de la interrogación. “Cuánta fortuna si podemos preguntar”. Son muchas las preguntas sin respuesta cierta. Son muchas las evasiones a una realidad que nos supera. Lo misterioso es ya parte de nuestra cotidianidad. La oscuridad prevalece. Son pocas las referencias luminosas.
No acabamos de sorprendernos con lo que sucede en nuestra sociedad desarmada, cuando se encargan de superar nuevamente nuestra expectativa. No hemos llegado a adaptarnos a la más reciente carencia, cuando aparece una nueva calamidad que no podemos cubrir. Es una carrera contra lo absurdo, de una situación que no muestra límite.
Sin embargo, aquí seguimos. No se sabe si por convicción o simple inercia. No terminamos de convencernos de que no es posible. Lo que se iba a perder, ya se perdió. Mientras una tendencia dominante opina que toca abandonar el barco. Que el último apague la luz. Volvemos a la trillada imagen de los músicos del Titanic. Aferrarnos a la última baranda del coloso que se levanta hasta lo más alto, para luego perforar la superficie sin tocar fondo. Buscar mantenernos a flote es una circunstancia que se repite.
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