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¿Y si la opción es Maduro? ¡Susto!

Nuestro problema es que muchos procurarán conquistar el poder del modo depredador y que hemos convertido la discusión política de las ideas en guerra de exterminio hacia quienes las suscriben

  • DANIEL ASUAJE

19/06/2019 05:00 am

Decir que un gobierno de transición enfrentará una situación difícil no es nada nuevo. En primer lugar más que reconstruir el ruinoso tejido económico nacional, es mejor entender que los factores de generación de la riqueza han cambiado y que es el conocimiento la llave fundamental en estos tiempos para ello. Más que rehacer al viejo país se trata de pensar uno nuevo acorde con los nuevos tiempos. Ciertamente hay que revitalizar el agro y la manufactura para generar bienes para la población y también la red de servicios para distribuirlos y agregar valor a lo ya producido, pero es insertándonos en la creación y mejora de tecnologías donde el país tendrá sus mejores oportunidades y ello supone cambiar el paradigma de la creación de la riqueza nacional.

En segundo lugar enfrentará un cuadro de demandas insatisfechas con una inflación de expectativas de sectores sociales con intereses contrapuestos ante los cuales gobiernos populistas cedieron en el pasado financiando una ilusión de armonía acallando las demandas con la renta petrolera pero sin resolver los conflictos de fondo. Práctica exacerbada por el chavismo que acostumbró a buena parte de la población que pedir y robar son las maneras de resolver la existencia humana. Ya no hay renta, se acabó la fiesta, y la nueva Venezuela o es creadora de riqueza y aprende a negociar políticamente los intereses contrapuestos o se hará realidad la sentencia final de la obra cumbre de García Márquez: las estirpes condenadas a cien años de soledad no tienen una segunda oportunidad sobre la tierra.

La gobernabilidad bajo estas condiciones será precaria y exigirá un gran liderazgo, que la población entienda y tiempo según la receta de Felipe González dada a CAP II, cuando al tratar de dar El Gran Viraje terminó en estruendosa estrellada. Su incomprensión facilitó el hundimiento del proyecto de transición y cambio por efecto de La rebelión de los náufragos.

La gobernabilidad será difícil también porque el estilo prevaleciente de lucha política de nuestra dirigencia se orienta más a jugar al fracaso del otro como medio de asegurar su acceso a las alturas del poder. En vez de promoverse como la mejor opción terminan siendo el peor es nada disponible. En este marco la transición deberá resolver el dilema que significa dar espacio político al chavismo, en aras del derecho a pensar y expresarse, garantizando así el pluralismo político lo que supone permitir la existencia de una fuerza completamente interesada en sabotear al nuevo gobierno para mostrar, que como dijo Chávez, ellos son los únicos que pueden gobernar a Venezuela. Pero no son solo los chavistas quienes suscriben esta manera de hacer política. Pareciera que en Venezuela hacer política consiste no en ser el mejor de entre los competidores sino el más eficiente en destruir a sus contrincantes y gobernar sobre las ruinas y cadáveres del oponente. Quizás esto estuvo en la mente de Mike Pompeo cuando se pronunció sobre lo difícil que es unir a la oposición venezolana y su estimación de la cantidad de aspirantes a conquistar la presidencia. De nuevo, ninguna de estas dos afirmaciones revela nada que ya no sepamos. Lo relevante de las mismas no es su valor sorpresa sino el personero que las enuncia porque trae a la luz variables no consideradas inicialmente por el enemigo más poderoso que tiene el régimen madurista y hace evidente el desconcierto de quien las dice porque tal situación hace perder eficacia a sus esfuerzos por sacar a Venezuela de la crisis.

Este dato ahora sobre la mesa de análisis norteamericana podría replantear su estrategia de enfrentamiento a Maduro y, en el peor de los casos para la población venezolana, podría significar, para espanto de todos, que una de las opciones a ser incluida ahora en el menú de opciones a barajar, sea la posibilidad de mantener a Maduro en el poder. Este contrasentido tendría lugar si Trump concluyera que su remoción produciría mayor inestabilidad política en Venezuela que su permanencia al no haber relevo que garantice la gobernabilidad en un país donde no hay un liderazgo realmente fuerte y duradero, apoyado sólidamente por una población que esté más dispuesta al sacrificio que a la exigencia de pronta y completa solución a sus demandas, y suficientemente no saboteado por sus adversarios al dejarlo trabajar en vez de jugar a su fracaso como medio para asegurar sus posibilidades de sustituirlo en la presidencia.

Nuestro problema no son los cuarenta aspirantes, eso más bien podría ser un saludable signo de gente dispuesta a dirigir la dura transición y de una buena dosis de pluralismo político. Nuestro problema es que muchos procurarán conquistar el poder del modo depredador y que hemos convertido la discusión política de las ideas en guerra de exterminio hacia quienes las suscriben. Las mismas acciones producirán los mismos resultados, sin cambio cultural en la forma de hacer política no hay paraíso.

@signosysenales
Dh.asuaje@gmail.com
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