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Historias paralelas

Los enemigos literarios cumplen un rol lastimoso, inexorablemente necesario: consiste en que la genialidad... no se salga con la suya... porque amenaza la mediocridad...

  • ALIRIO PÉREZ LO PRESTI

11/06/2019 05:00 am

A la par de la obra reconocida de un sinfín de escritores importantes en la tradición literaria de todos los tiempos, existe un montón de textos, que si bien nunca llegaron a adquirir el carácter de obra maestra en la percepción colectiva que se tiene de estos autores, no menos cierto es el hecho de que enriquecen la percepción que tenemos de cada uno de estos artistas y son agua para el molino de cada uno de ellos que nos acerca más a la comprensión de su trabajo. 

Un ejemplo de ello es la correspondencia que llegaron a mantener en vida tantos autores, que en ocasiones me he llegado a preguntar si no tiene mucho más interés esta especie de subsuelo literario que va de la mano con la vida y la obra de los grandes creadores, que terminamos por considerarlo lo más relevante de su producción. 

Ejemplos sobran, desde epístolas, artículos de prensa, borradores que nunca fueron editados, textos apócrifos y novelas nunca concluidas, algunas totalmente terminadas pero no publicadas, que terminan siendo una joya para quienes nos queremos hacer un bosquejo, que en realidad es un infinito rompecabezas en donde terminamos generando una metapercepción de la obra que se agiganta conforme más nos enriquecen las historias paralelas. Igual importancia tienen las entrevistas, sea en medios escritos o audiovisuales, las conversaciones que en algún lugar quedaron reflejadas y por supuesto, uno de los más grandes regalos que nos puede dar alguien a quien admiramos por su obra: Su autobiografía. 

Mención aparte y por demás enriquecedora, merece la crítica de los contemporáneos, los análisis simpatizantes o demoledores que pudieron hacer quienes compartieron el mismo tiempo con el artista y las siempre presentes enemistades, muchas tan acérrimas y apasionadas que van con la producción tal cual como puede hacerlo la rémora con el tiburón. Así ha sido siempre y así seguirá siendo, porque no existe un ápice de luz que surja en el universo sin la contraparte que quiere hacerla desaparecer. 

Los enemigos literarios cumplen un rol lastimoso, pero inexorablemente necesario: Consiste en que la genialidad, que es a fin de cuentas la capacidad de saber conducir la sensibilidad que un ser humano tenga, no se salga con la suya, porque cada vez que lo genial retumba con fuerza, la mediocridad, que es la mayoría de lo existente, se ve profundamente amenazada. 

La sensibilidad es el genio de un ser y tratar de controvertir y destruir ese atributo que se desborda en lo creativo es el fin último del espíritu mediocre, que trabaja para que se genere la suerte de equilibrio que enlentece los avances de lo humano y trata de ridiculizar aquello que está por encima de la media de lo normal y esperable. 

Nada tan fascinante como la transgresión inteligente de los grandes espíritus que nos han acompañado y enseñado con su maestría y lo mediano, mediocre y pobre espiritualmente también tiene su función. Esa función, por más pesada que nos pueda parecer, siempre va a estar presente y saber convivir con ella forma parte de la vida del hombre talentoso y los infinitos obstáculos a los cuales necesariamente se va ver forzado a enfrentarse.

Frente a la crítica, el autor tiene varias opciones: 1. Entender que forma parte del oficio y sin la cual no existe trascendencia en relación a la obra de arte. 2. Cuando es positiva, saborear y empalagarse con las miles del triunfo. 3. Cuando es negativa, precisar de dónde viene y si es necesario, filtrar lo que potencialmente pueda ser útil. 4. No escucharla jamás y mantenerse incólume, en la ruta por desarrollar una obra. 5. Enloquecer y dejar de producir, máxima aspiración de quienes tienen a la mediocridad como la brújula que conduce sus vidas. 

Un escritor siciliano, conocido de manera inmortal por un libro que logró impactar desde el siglo XX hasta el presente, llegó a producir una serie de ensayos, cuya repercusión es nula pero su calidad es enorme. Un filósofo venezolano, que pasó gran parte de su vida tratando de armar una gran obra filosófica en torno a cierta teoría política, será eternamente recordado por sus escritos sobre la ociosidad y como colofón debo señalar que un pobre hidalgo de aldea, a la par de haber escrito la novela más importante de la historia, deja una serie de textos maravillosos para quienes tratamos de hacerle competencia a los roedores de las bibliotecas. 

A veces, para satisfacción de los cultores de la palabra escrita, esa suerte de paralelismo perfecto que suele existir en muchos grandes autores, termina por convertirse en la mejor fuente referencial de aquellas cosas que queremos saber, por curiosidad, placer, interés o simple método propio de nuestras vidas, en las cuales tratar de armar el gran rompecabezas del universo se convierte en un asunto atractivo difícil de abandonar. 

Si las fuerzas no lo permiten, terminamos por ser los grandes coleccionistas del gran mundo del buen gusto que discretamente subyace entre nosotros. 

@perezlopresti
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